martes, 5 de agosto de 2014

TEORÍA DEL APEGO DE JOHN BOWLBY Y MARY AINSWORTH

El apego es una vinculación afectiva, emocional y psicológica, desarrollada por los niños a raíz de la interacción que presenta su madre con él, así como las personas más cercanas, como sería el caso del padre o los abuelos. Esta interacción puede provocar una conducta determinada por parte del niño en presencia de su madre; puede tener un "apego" seguro, si su madre suele responder a sus necesidades, inseguro si no lo suele hacer o ambivalente si menudo recibe mensajes contradictorios (ahora se le presta atención, ahora no) por parte de su madre. 

Los primeros planteamientos aparecieron a finales de los años 50. John Bowlby elaboró ​​una muy buena teoría en el marco de la etIología, dejando atrás los planteamientos teóricos psicoanalíticos que afirmaban que el vínculo entre madre e hijo era una cuestión de interés surgida de la necesidad de conseguir alimento que sólo la madre le podía proporcionar. 

En 1969, Bowlby planteó que la conducta instintiva no tiene una pauta fija de comportamiento, más bien es un plan programado con corrección de objetivos en función de la retroalimentación, que se adapta modificándose a las condiciones ambientales. 

Los sistemas de comportamiento que conforman la teoría del apego son: 
  • Conductas de apego 
    • Para mantener proximidad y contacto con figuras de "apego" (sonrisas, llantos) 
    • Se activa a mayor distancia a la figura de "apego" 
  • Sistema de exploración 
    • Estrecha relación con el anterior punto
    • Activación conducta de "apego" disminuye la exploración con el entorno 
  • Sistema de miedo a los extraños 
    • Relacinado con los anteriores 
    • Disminución conductas exploratorias y aumento conductas de "apego" 
  • Sistema afiliativo 
    • En contradicción con "miedo a los extraños" 
    • Interés por mantener proximidad e interactuar con otros sujetos 
A raíz de unas observaciones que llevó a cabo en Uganda, Mary Ainsworth encontró una información muy interesante sobre las diferencias de interacción entre madre e hijo, la influencia en la formación del "apego" y la importancia de la sensibilidad en la formación del "apego". 
Describió tres patrones de apego: 
  • Niños de "apego" inseguro (lloran poco y están contentos cuando está la madre) 
  • Niños de "apego" inseguro (suelen llorar incluso en brazos de la madre) 
  • Niños que parecían no mostrar apego ni conductas diferenciales con la madre 
Ainsworth también diseñó una situación experimental llamada "la Situación del Extraño", un proceso de laboratorio que implica estudiar al niño en su interacción con la madre y con un adulto (extraño) en un entorno no familiar. En el siguiente cuadro se pueden observar los principales resultados que obtuvo.

Tipos de apego
En presencia de la madre
En ausencia de la madre
Retorno de la mare
Seguro
·   Exploran activamente el entorno
·  Conducta exploratoria disminuye
·  Se muestren afectados
·  Se alegran de ver a su madre
·  Se acerca a ella buscando contacte físico
·  Continua conducta exploratoria
Inseguro- evitativo
·     No la miran para comprobar su presencia
·     La ignoran
·   No parecen afectados
·   No busquen acercarse ni contacte físico
Inseguro- ambivalente
·     Exploración baja o nula del entorno
·     No se alejan de la mare
·   Muy preocupados por la ausencia de la mare
·   Casi no exploren
·   Pasan un mal rato
·   Se muestran  ambivalentes, vacilan
·   Se irritan, muestran resistencia al contacte, acercamiento y conductas de mantenimiento de contacte

El modelo representacional de la relación del "apego" es una representación mental de sí mismo y de las relaciones con los demás que servirá al sujeto para percibir e interpretar las acciones e intenciones de los demás y para dirigir su conducta. 
Diferentes experiencias llevarán a distintas representaciones mentales y aunque estas se podría decir que podrían ser infinitas se cree que la relación del cuidador de buscar la proximidad con el niño es determinante y que las respuestas del cuidador se pueden clasificar en tres tipos: 
  • Mostrarse sensible cuando el niño nos llama y permitir el acceso 
  • Mostrarse insensible e impedir el acceso 
  • Atender y permitir el acceso al niño de forma imprevisible y poco coherente 
También se puede construir el modelo sin interacción, lo importante será la falta de respuesta del cuidador 
El modelo atencional será muy importante en las relaciones sociales del sujeto. Aquellos que tienen una mejor historia de "apego" tendrán mejores relaciones personales y confiarán más en su pareja. 

El test Adult Attachment Inventory fue diseñado por George, Kaplan y Main y sirve para evaluar el modelo interno activo de las personas adultas. Trata de evaluar la interpretación y elaboración que hacen de sus experiencias de apego que recuerdan de su infancia. Hay tres tipos de modelos internos: 

1. Padres seguros o autónomos 
  • Coherentes con su valoración de sus experiencias infantiles, tanto si son buenas como malas. 
  • Correspondería al tipo de "apego" seguro. 
  • Son padres sensibles y cariñosos con sus hijos 
  • Clasificados como seguros en la situación del extraño. 
2. Padres preocupados 
  • Expresan mucha emoción al recordar experiencias infantiles e ira hacia los padres. 
  • Incoherentes, no muestran una imagen consistente 
  • Con sus hijos son padres confusos y caóticos, pocos responsivos e interfieren en la conducta explorativa del niño 
  • Hijos considerados inseguros-ambivalentes 
3. Padres rechazados 
  • No le dan importancia a sus relaciones infantiles. 
  • Idealizan los padres sin poder contar experiencias en concreto, recuerdan con poca emoción, fríamente 
  • Comportamiento con los hijos considerado como inseguro-evitativo, frío y rechazando
Algunos estudios han propuesto una cuarta categoría:
  • Padres no resueltos 
  • Equivalencia del "apego" inseguro desorganizado / desorientado 
  • Tienen características de los grupos anteriores 
  • No se muestras muy razonables al interpretar experiencias de pérdidas y traumas 
Respecto la transmisión generacional del tipo de apego entre padres e hijos, varias investigaciones han constatado que la capacidad predictiva que las representaciones maternas tienen sobre el tipo de "apego" que establecen con sus hijos es del 80% aproximadamente . Estos datos ponen de relieve que existe una relación de la transmisión intergeneracional del tipo de "apego" que tiene lugar a través de los modelos internos activos construidos durante la infancia. En algunos casos la transmisión se ha podido apreciar a lo largo de tres generaciones, transmisión que parece más clara en el caso de las madres que en el de los padres. Aunque la transmisión es frecuente no es inevitable, se puede cambiar por ciertos eventos. 

La teoría de la Monotropía, afirma que el niño se vincula especialmente con una persona concreta (que suele ser la madre) y que no es conveniente que los niños los críen varias personas. No obstante, no existen datos empíricos a favor de esta hipótesis. Kotelchuck diseñó una situación de laboratorio que parecía confirmar la teoría del monotropismo, pero cuando su mismo procedimiento se utilizó con niños de otras culturas, las preferencias que mostraban a la prueba de Kotelchuck, desaparecían. La preferencia que a veces demuestran los niños respecto a sus madres puede tener que ver al mayor tiempo que pasan estas con ellos en la mayoría de las culturas. Los niños pueden establecer vínculos afectivos con diferentes personas, es más, esta situación podría ser muy conveniente para el niño. 

Hay una clara concordancia entre el tipo de "apego" que el niño establece con ambos progenitores. Cuando el niño muestra "apego" seguro en la Situación del extraño con la madre, es muy probable que también se pueda clasificar de la misma manera con el padre. Posiblemente esto ocurra porque la Situación del Extraño evalúa el modelo interno activo que el niño ha elaborado a partir de su interacción con la madre o con la figura principal de apego, generalizando a otras figuras cercanas. De esta manera se puede encontrar una gran concordancia entre el tipo de "apego" manifestado por el niño hacia distintas personas. Otras explicaciones podrían ser que se puede esperar una gran semejanza en los estilos interactivos que padre y madre mantienen con el niño o que si el temperamento resulta determinante, se puede esperar que el niño establezca tipo de "apego" semejantes hacia distintas figuras. 

El temperamento esta relacionado con el apego. Algunos rasgos del niño pueden influir en el tipo de interacción adulto-niño y en la seguridad del "apego", en función de la personalidad y circunstancias del adulto. Un rasgo determinado del niño puede provocar respuestas diferentes en personas con diversas características de personalidad. Aunque el temperamento difícil del niño es determinante para la formación de un vínculo afectivo inseguro, sí limita las posibilidades de que se desarrolle un "apego" seguro. 

Hay estudios que han encontrado relación entre el "apego" y day-care. Algunos dicen que los niños que no son cuidados sólo por sus madres tenían más posibilidades de mostrar "apegos" inseguros. Otros estudios apuntaban la posibilidad de que el problema sea las tensiones familiares que estas situaciones, de cuidados alternativas, provocan, las que pueden desencadenar la inseguridad en el vínculo creado y no el hecho de ser cuidado por otras personas. Otros autores, como Belsky, afirman que no son relevantes estos estudios ya que hay muchos estudios que se han hecho y no han sido publicados porque no se ha encontrado relación entre las variables observadas. Así que no hay ninguna teoría definitiva o que se pueda dar totalmente por valida, ya que todas dicen cosas muy diversas y no se tiene en cuenta las que no tienen resultados destacables porque no son publicadas. La verdad es que lo más probable y lógico sea que cuando más contacto tenga un niño con la madre, seguramente tendrá una mejor conducta de apego seguro, ya que se sentirá más querido y protegido, siempre, claro, que la madre le transmita las señales de sentimientos y atención que llevan a desarrollar este tipo de apego. Pero es muy probable que el hecho de tener otros cuidadores, ya sean familiares (tíos, abuelos ... etc) o niñeras contratadas, haga que ese niño en el futuro se sepa relacionarse mejor con otras personas al tener una mayor interacción con personas que no son familiares inmediatos. 

La teoría del "apego" tenía una supuesta validez universal debido a las su base biológica basada en un modelo teórico, más que práctico. Aunque las prácticas de crianza nos parezcan correctas desde el punto de vista cultural no tienen porque ser compatibles con otras culturas. Estudios en varios países y culturas han hecho cuestionar la validez universal de la Situación del Extraño. A raíz de estos estudios sabemos que cambia mucho esta situación dependiendo de la cultura donde se aplique y se pueden obtener resultados y porcentajes muy diferentes de conductas de apego en situaciones similares debido a los diferentes métodos de crianza de cada cultura. De todos modos no hay datos suficientes para poder decir que la relación entre el tipo de "apego" mostrado en la Situación del extraño y el posterior ajuste del niño sea independiente de factores culturales.



Delgado, A. O., & Oliva Delgado, A. (2004). Estado actual de la teoría del apego. Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y del Adolescente4(1), 65-81.

HIDROCEFALIA CRÓNICA DEL ADULTO O HIDROCEFALIA NORMOTENSIVA Y NEUROPSICOLOGÍA

INTRODUCCIÓN

La hidrocefalia es debida a una hemorragia subaracnoidea y fue descrita  por primera vez en 1928. Se define como un exceso de líquido cefalorraquídeo (LCR) en el sistema ventricular. Hay 2 categorías de hidrocefalia: de alta presión (la presión del drenaje de LCR mediante un catéter lumbar es mayor de 180 mm H2O) y la hidrocefalia de presión normal (la presión está comprendida entre 80 y 180 mm H2O) La diferencia es  la severidad de la obstrucción y la capacidad del cerebro para adaptarse a cualquier lesión a causa de la dilatación ventricular (Chen, Song, Liu, Yang y Ling, 2009).  Hakim y Adams, describieron en 1965 por primera vez la hidrocefalia “normotensiva”, la cual tiene una incidencia de 1,8 de cada 100.000 personas, aunque puede ser una subestimación, ya que muchos casos pueden no ser reconocidos (Chaudhry, Kharkar, Heidler-Gary, Hillis, Newhart, Kleinman, Davis, Rigamonti, Wang, Irani, y Williams, 2007). Este síndrome tiene tres características fundamentales:
  • Trastornos motores: es el síntoma más frecuente y el que aparece más precozmente (Matarín, Mataró y Poca, 2004). Las  alteraciones  motoras  se  caracterizan  por  una  marcha  con dificultades para mantener el equilibrio, pasos cortos, aumento de la base de sustentación, dificultades posturales y caídas frecuentes (Solana, 2011). Sin embargo, no se ha descrito ningún patrón de marcha típico. Algunos  autores  han  definido estas  alteraciones  como  una  “apraxia  de  la  marcha”,  es  decir,  una  pérdida  en  la habilidad del uso apropiado de las extremidades inferiores al caminar, que no se explican por déficits motores o sensitivos (Matarín et al., 2004). Algunos estudios han  replanteado  la  hipótesis  de  que  más  que  una verdadera  ataxia    existe  una  “desconexión”  entre  los ganglios de la base y el córtex frontal (Solana, 2011). Estos pacientes suelen llegar a necesitar ayuda para caminar o incluso pueden llegar a no poder moverse de la cama. Afecta tanto extremidades inferiores como superiores y se puede llegar a presentar síntomas extrapiramidales como acinesia, temblor o hipertonía y en algunos casos poco frecuentes, parkinsonismo (Matarín et al., 2004).  
  • Deterioro cognitivo: aparece de forma insidiosa presentando un patrón típico de afectación fronto-subcortical en  ausencia  de  síntomas  corticales, como  afasia,  apraxia  o  agnosia (que en el caso de darse son atribuibles al déficit de atención), lo que nos permite diferenciar esta demencia de otras (Matarían et al., 2004). A medida que va avanzando la enfermedad, se produce un empeoramiento progresivo de la memoria, que puede asociarse a episodios de fabulación (Benejam, Poca, Junqué, Solana, y Sahuquillo, 2008). Los síntomas más comunes serían la apatía e indiferencia al ambiente pudiendo producirse mutismo acinético. También se describe enlentecimiento cognitivo, deterioro de funciones visuoespaciales y déficits de memoria (disminución gradual de la recuperación activa de la memoria, recuerdo inmediato y diferido) con almacenamiento de memoria relativamente preservada, hay reconocimiento, alteraciones de la atención, concentración, y de funciones frontales, desorientación temporal y espacial, desorganización del grafismo y disminución de las funciones ejecutivas del  procesamiento complejo de la información (aumento del tiempo de reacción, deterioro de la capacidad de manipular los conocimientos adquiridos, y la disminución de la flexibilidad cognitiva) (Chaudhry et al., 2007) Con  menor  frecuencia,  también  pueden observarse conductas de tipo agresivo u hostil (Benejam et al., 2008).
  • Trastorno en el control de los esfínteres: suele ser el último síntoma en aparecer. Se presenta urgencia urinaria, seguida de incontinencia urinaria ocasional que se suele hacer frecuente con el tiempo y puede estar acompañada de incontinencia fecal (Matarían et al., 2004).


Afecta sobre todo a pacientes de edad avanzada y comparte síntomas y signos con las principales demencias, como la enfermedad de Alzheimer (EA) y las demencias cerebrovasculares.  Es una enfermedad compleja y heterogénea sin una patología obvia subyacente. Otros trastornos cerebrales  pueden coexistir o estar relacionados con este trastorno clínico (Matarían et al., 2004).
Puede ser de causa idiopática o secundaria cuando hay una historia anterior de traumatismo craneoencefálico, hemorragia subaracnoidea, meningitis o cirugías intracraneales. El cuadro clínico aparecía en el contexto de una dilatación del sistema ventricular, aunque la presión del líquido cefalorraquídeo, medida por punción lumbar, era normal. No obstante, en la actualidad en pacientes de edad avanzada se utiliza cada vez más la monitorización continua de la presión intracraneal, donde se ha podido observar que se pueden presentar elevaciones transitorias o continuadas de la presión intracraneal. Por este motivo, en la actualidad es más común denominar este síndrome con el nombre de “Hidrocefalia Crónica del Adulto” (HCA) (Matarían et al., 2004).

BÚSQUEDA BIBLIOGRÁFICA

1. Diagnóstico diferencial a nivel cognitivo

El perfil cognitivo en la Hidrocefalia Crónica del Adulto se asemeja al de las demencias subcorticales, incluyendo  enlentecimiento  en  el  procesamiento  mental, alteración de las funciones ejecutivas y apatía.
Algunas diferencias entre pacientes con HCA y otros con la EA, es que éstos últimos presentan dificultades en la codificación de la información y, en consecuencia, una alteración  en  el  reconocimiento  de  la  información.  En cambio, los pacientes con HCA muestran una dificultad en la evocación de la información, con un reconocimiento normal o relativamente preservado. Además, en pacientes con HCA no se suelen observar síntomas corticales como afasia, apraxia o agnosia, los cuales son síntomas corticales comunes de la EA. Cuanto más avanzado este el caso de HCA será más difícil diferenciarlo de otras patologías ya que el daño cerebral se va extendiendo hasta llegar a afectar regiones cerebrales más corticales.
Algunos  autores  han  descrito  síntomas  psiquiátricos que suelen ser poco frecuentes y pueden dificultar el diagnóstico de HCA, como la depresión, la ansiedad, la psicosis paranoide  o  los  trastornos  obsesivo  compulsivos. Cuando esta sintomatología aparece en un paciente mayor, asociada  a  un  deterioro  cognitivo  y  a  una  alteración  de la  marcha,  debería  descartarse  siempre  el  diagnóstico  de HCA (Benejam et al., 2008). 

2. Técnicas de neuroimagen para su diagnóstico.

La Tomografía computarizada es la primera prueba que se suele iniciar para el diagnóstico del HCA y es imprescindible para identificar el aumento del tamaño ventricular (Ojeda et al., 2009).
La Resonancia Magnética permite una mejor discriminación de los espacios aracnoideos y observar lesiones de la sustancia blanca asociadas con enfermedades vasculares (Fernández y Bartolomé, 2010) y ofrece una mayor fiabilidad diagnóstica para evaluar la morfología de las astas ventriculares, tercer ventrículo, tamaño de los surcos corticales y las hipodensidades periventriculares que la TC (Ojeda et al., 2009).
Estudios realizados mediante Tomografía Computarizada por Emisión Simple de Fotones (SPECT), han mostrado, en pacientes con HCA, un bajo flujo subcortical regional, reducción, del área de alto flujo cortical frontal bilateral y del flujo sanguíneo en la corteza temporal inferior y medial, así como en la sustancia blanca central con déficits focales corticales del flujo sanguíneo cerebral. La Tomografía por Emisión de Positrones (PET), utilizando un análogo de la glucosa muestra una reducción del metabolismo en ganglios basales y en la sustancia blanca periventricular. No obstante, el elevado coste-beneficio no justifica la utilización normalmente de estas dos pruebas, ya que ninguna de ellas tiene un gran valor predictivo, aunque el SPECT permite diferenciar la HCA de otras demencias (Ojeda et al. 2009).
También se utilizan estudios hidrodinámicos como el Test de infusión continua de Katzman-Hussey. El del “bolus” de Marmarou o el test de Wikkelsö además de registros de presión intracraneal (Ojeda et al. 2009).




Imágenes de una Hidrocefalia normotensiva: TAC (Tomografía Axial Computadorizada) craneal (izquierda), RNM (Resonancia Nuclear Magnética) axial (centro) y sagital (derecha) en paciente con hidrocefalia normotensiva. Puede observarse el aumento del tamaño de los ventrículos laterales, así como la forma algo redondeada de las astas frontales.

3. Tratamiento

El tratamiento clásico implica la inserción de una derivación de líquido cefalorraquídeo ventrículo-peritoneal (VP) o ventrículo-atrial (VA) para intentar restablecer la normalidad de la presión intracraneal y la dinámica del líquido cefalorraquídeo. El  tratamiento puede revertir o al menos reducir y detener  la  sintomatología, siendo una de las pocas demencias que se pueden tratar hoy en día. No  obstante,  debido  a  las  peculiaridades  de  los pacientes  con  HCA  (edad  avanzada,  factores  de  riesgo,  comorbilidad asociada,  entre  otros),  es  importante  intentar  establecer  qué  pacientes pueden  beneficiarse  del  tratamiento  quirúrgico  y  en  cuales  el  riesgo  es superior al beneficio (Benejam et al., 2008). El trastorno de control de esfínteres junto con los trastornos de la marcha, son los síntomas que revierten más rápido tras tratamiento quirúrgico. Además, La presencia  de  los tres síntomas a la vez predice  una buena respuesta al tratamiento quirúrgico en el 65-74% de estos casos. (Matarín et al., 2004). 
  


Los diferentes tipos de derivación utilizados para tratar la HCA. De izquierda a derecha podemos observar  la Derivación ventrículo-peritoneal, la Derivación ventrículo-atrial y la Derivación lumbo-peritoneal. Por último en la imagen de la derecha se puede observar partes de una derivación del líquido céfalo-raquídeo para el tratamiento de la hidrocefalia  (http://www.neuros.net/es/hidrocefalia_cronica_del_adulto.php)

4. Valoración de los resultados de la cirugía

No existe en la actualidad un consenso sobre cuál es el momento idóneo para valorar los resultados de la cirugía. El intervalo de tiempo más aconsejado y utilizado para valorar si existen mejoras en la función cognitiva tras la cirugía es entre los 6 y 12 meses después de la intervención.  Benejam et al., (2008) proponen el siguiente protocolo para la valoración de la HCA tras la cirugía. :
  1. Tests breves de cribado: Mini Mental State F y el Frontal Assessment Battery
  2. Valoración clínica: Escala de Hidrocefalia de Presión Normal y Motor Performance Test.
  3. Escalas funcionales: Rapid Disability Rating Scale-2, Escala de Stein y Langfitt, Escala de actividades de la vida diaria.
  4. Evaluación neuropsicológica: Test de Aprendizaje Auditivo Verbal de Rey, Reproducción Visual I y II de la escala de memoria de Wechsler Revisada (WMS-R), Test del Trazo, Perdue Pegboard Test y Test de denominación de Boston.
  5. Valoración conductual: Frontal Behavioral Inventory
  6. Todos estos test y cuestionarios están explicados con más detalle en el punto 5.1 de este trabajo.


5. Utilidad de la Neuropsicología en el HCA

Benejam et al., (2008) consideran que la  exploración  neuropsicológica  no  permite  discriminar  la  HCA  de  otras  causas  de  demencia  subcortical, pero  puede  ayudarnos  a  distinguir  los  déficit  cognitivos causados por una demencia subcortical de las alteraciones cognitivas  asociadas  a  una  demencia  de  tipo  cortical, no obstante, concluye su trabajo de propuesta de intervención, diciendo que el estudio neuropsicológico de estos pacientes puede contribuir, de forma importante, al diagnóstico de la HCA.
Como proponen Ojeda, Canals, Mañas y  Martín (2009), las escalas de valoración neuropsicológica deben permitir una valoración global y cuantitativa del deterioro que presentan estos pacientes en los tres ejes clínicos de la tríada, tanto al inicio como durante la evolución del proceso.
Al  realizar  una  valoración  neuropsicológica,  es muy importante considerar y registrar el nivel educacional previo del enfermo, dado que en nuestro medio un número importante de los pacientes con una HCA idiopática (HCAI) presentan edades muy avanzadas y una baja escolarización (Benejam et al., 2008). Estos autores también recomiendan que la administración de pruebas debería tener  una duración  aproximada  de  unos  60 - 90  minutos,  dependiendo de la gravedad del deterioro cognitivo del paciente que se está evaluando. A pesar de no haber un consenso entre profesionales ni un protocolo establecido para la evaluación del HCA, hay algunas baterías de test que se utilizan con mayor frecuencia. Paso a resumir las utilizadas por los estudios revisados en este trabajo.

5.1 Tests y cuestionarios para la evaluación neuropsicológica de la HCA.

5.1.1 Evaluación de la memoria verbal y visual.
  • Tests de Aprendizaje auditivo verbal. Aprendizaje de una lista de palabras. Valora memoria diferida al pedir al paciente que repita la lista tras unos minutos.
  • The Recognition Memory Test (RMT)
  • Words: evalúa el reconocimiento de la memoria verbal.
  • Faces: evalúa la memoria de reconocimiento visual.
  • Stroop. Mide la velocidad de nombrar colores.
  • The Rey Auditory Verbal Learning Test (RALVLT)Mide aprendizaje y memoria verbal.
  • Escala de memoria de Wechsler Revisada (WMS-R). Mide memoria visual inmediata i diferida.
  • Subtest de reproducción Visual I y II.
  • WMS-R. Subtest de dígitos inversos. Valoración de la memoria inmediata y la memoria de trabajo.
  • Denominación categorial: nombrar animales. El análisis cualitativo del tipo de errores en la tarea de denominación nos permitirá distinguir entre problemas relacionados con una alteración del lenguaje, de los asociados a una alteración en el reconocimiento visual de los objetos (agnosia).
  • Historia de Babcock: recuerdo inmediato y demorado.
  • Test de la Figura Compleja del Rey: evalúa la capacidad visoespacial, agnosias, apraxias y problemas de memoria visual.
  • Test de retención visual de Benton (Forma C, administración A): evalúa la percepción, la memoria visual y las habilidades visoconstructivas.
  • Fluidez de acciones: prueba de fluidez verbal que demanda la evocación de verbos durante un tiempo específico, normalmente breve.
  • Token test. Evalúa relaciones espaciales abstractas.
  • El test de Boston. Valora la capacidad de denominación verbal por confrontación visual. Consta  de  60  figuras  de  objetos,  ordenados  de  menor  a mayor dificultad, que el paciente debe denominar. También valora comprensión verbal mediante la comprensión de órdenes para el diagnóstico de la Afasia. Además incluye un subtest que permite valorar la presencia de una apraxia ideomotora, mediante la realización de cinco movimientos transitivos (por ej. cómo usar un martillo) y cinco movimientos intransitivos (por ej. decir adiós) que el paciente debe realizar con los miembros superiores. (Benejam, 2008)


Para  poder  descartar  la  presencia  de  un  proceso neurodegenerativo de tipo cortical, como la EA, deberán incluirse pruebas para la valoración del síndrome afaso-apracto-agnósico, característico de este tipo de demencias. Para descartar la afasia, valoramos tanto la capacidad  de  denominación  verbal  como  la  comprensión de órdenes (Benejam, et al., 2008).

5.1.2 Valoración de la función del lóbulo frontal
  • Test del trazo. Se valora la atención visual sostenida, el rastreo visual, las habilidades grafomotoras, la secuenciación y la flexibilidad cognitiva. Tiene dos partes. En la primera el paciente debe conectar, mediante líneas y de forma consecutiva, 25 números distribuidos al azar. La parte B es similar, pero en este caso debe unir números y letras de forma alternante.
  • Test de fluencia verbal fonética y semántica, se solicita al paciente que diga palabras que empiecen por la letra S y nombres de animales, en un intervalo de tiempo de un minuto.
  • Frontal Assessment Battery (FAB). Instrumento que incluye 6 subtests que valoran la función del lóbulo frontal. Los pacientes con  HCA  muestran  puntuaciones  más bajas que los pacientes con EA en esta prueba (Gleichgerrcht, Cervio, Salvat, Loffredo, Vita, Roca, Torralva y Manes, 2009).
  • Batería de evaluación frontal breve.
5.1.3 Valoración de la velocidad y la destreza motora manual
  • Purdue Pegboard/ Grooved Pegboard. consiste en insertar el máximo número de clavijas en los orificios de un tablero durante 30 segundos. Primero se realiza con la mano dominante y después con la no dominante.
5.1.4 Valoración conductual
  • Frontal Behavioral Inventory. Cuestionario de 24 preguntas relacionadas con las manifestaciones conductuales más relevantes que se observan en la demencia frontal, como la apatía, la falta de espontaneidad, la irritabilidad, la fatigabilidad, etc.
5.1.5 Valoración del  funcionamiento intelectual
  • The Wechler Adult Intelligence Scale-Revised (WAIS-R): Permite obtener una estimación precisa de la inteligencia de las personas adultas y mide el Coeficiente Intelectual según edad.
  • National Adult Reading Test-Revised (NART). Test de inteligencia premórbida. Test de lectura de adultos. Permite estimar la puntuación previa en el WAIS.
5.1.6 Valoración de las funciones ejecutivas
  • Trail Making: El propósito de esta prueba es evaluar la velocidad de ubicación visual, atención, flexibilidad mental, memoria de trabajo y la función motora. Es sensible a daño frontal.
  • Test A. Mide velocidad de procesamiento de la información. Consiste en unir, con líneas 25 números ubicados dentro de círculos, distribuidos al azar en una hoja.
  • Test B. Mide fluidez verbal fonológica. Consiste en unir, con líneas 12 números (del 1 al 12) y 12 letras (de la A  a la l) dentro de círculos en orden alternativo.
5.1.7 Tests específicos para HCA
  • Escala de Hidrocefalia a Presión Normal (NPH Scale). Contiene ítems para cada una de las tres categorías de la triada de síntomas permitiendo determinar la severidad del cuadro clínico del paciente. Es aconsejable hacer un seguimiento a estos pacientes tanto antes como después de ser intervenidos quirúrgicamente.
  • Motor Performance Test (MPT). Es una escala semicuantitativa que valora seis actividades motoras potencialmente alteradas en estos pacientes como por ejemplo tiempo en levantarse de una silla o en subir y bajar varias veces un peldaño entre otras.
  • Mattis Dementia Rating Scale (MDRS) rápido de administrar, es sensible al grado de demencia en los pacientes con HCA e incluye valores comparativos para una muestra de pacientes con EA.
5.1.8 Tests cognitivos generales
  • Mini Mental State Examination (MMSE). Tiene las ventajas de ser breve, conocido por todos los clínicos, de fácil aplicación y permite cuantificar el grado de demencia que presenta el paciente pero presenta ciertos inconvenientes: no proporciona datos cualitativos sobre  que  dominios  cognitivos se encuentran alterados. Además, es inadecuado para detectar deterioros leves  de  la  función  cognitiva, y ha demostrado no ser sensible al tipo de deterioro cognitivo  que  presentan  los pacientes  con  HCA. Se correlaciona significativamente con el grado de atrofia del hipocampo característico de la EA, y no con el grado de dilatación del sistema ventricular presente  en  los  pacientes  con una HCA. Por tanto, Benejam et al., (2008) proponen que debería hacerse siempre en combinación con otras pruebas que sean sensibles a la patología que se está estudiando.
  • Escala de actividades de la vida diaria. Valora el grado de ayuda que requiere el enfermo en 5 actividades de la vida diaria: movilidad, realizar compras, preparar la comida, realizar las tareas domésticas y manejar dinero.
  • Rapid Disability Rating Scale-2. Valora el grado de discapacidad del paciente.
  • Escala de Stein y Langfitt. Mide 6 grados de dependencia.
  • HDS. Prueba que ha demostrado discriminar entre pacientes que presentan un deterioro cognitivo de tipo subcortical y controles  sanos  de  edad  avanzada.  Es útil  para detectar la presencia de un deterioro cognitivo incluso en pacientes sin demencia.
  • The Addenbrooke’s Cognitive Examination (ACE)Test abreviado y sensible para los estadios tempranos de demencia, con capacidad de diferenciar entre los diferentes subtipos de ésta.
5.1.9 Valoración de actividades básicas de la vida diaria (ABVD)
  • Índice de Barthel: Es un instrumento para detectar 10 ABVD, dando mayor importancia a la puntuación de los temas relacionados con el control de esfínteres y la movilidad.


6. Estudios recientes sobre HCA

Los estudios que he revisado para este trabajo sobre alteraciones de las funciones cognitivas en pacientes con HCA, abarcan desde determinar por qué se producen estas alteraciones a nivel fisiológico y metabólico, pasando por estudios donde se compara la funciones cognitivas de pacientes con HCA con paciente sanos, estudios sobre la adecuación de tests psicométricos para evaluar el antes y después de la cirugía, investigaciones sobre los efectos de la rehabilitación en pacientes con  derivación VP o sobre qué cambios se producen en las funciones cognitivas tras el tratamiento de derivación de LCR.

6.1 Asociación entre marcadores bioquímicos y déficits cognitivos.

Tarnaris, Toma, Pullen, Chapman,  Petzold, Cipolotti,  Kitchen, Keri, Lemieux, y Watkins, (2011) se propusieron identificar posibles asociaciones entre los marcadores bioquímicos, las características de neuroimagen y los déficits cognitivos de los pacientes con posible HCAI, ya que todavía no se ha establecido claramente si estos déficits cognitivos son causados ​​por una alteración en la dinámica del líquido cefalorraquídeo (LCR) o por un trastorno metabólico subyacente. Utilizaron una serie de pruebas neuropsicológicas para este fin: el National Adult Reading Test-Revised, WAIS-R, el RMT Words, Faces y Trail Making (Test A y Test B). Este estudio puso de relieve que el declive cognitivo podría ser una consecuencia directa de la alteración metabólica observada y no se atribuye, al menos directamente, con el grado de dilatación ventricular.
Además se apreció una tendencia entre los niveles de lactato en el LCR patológico y los fallos de memoria no verbal. La alteración bioquímica puede tener un papel entre la alteración de la dinámica del LCR y el deterioro cognitivo. Este hallazgo sugiere déficits de algunas funciones del hemisferio derecho en HCA, ya que es el hemisferio donde se localiza la memoria visual. Esto significa un efecto de lateralización.
No se encontró correlación de las diferentes pruebas con la edad o la duración de los síntomas preoperatorios, coincidiendo con otros estudios realizados. Tampoco hubo asociación entre las diferentes pruebas neuropsicológicas, las cuales fueron escogidas para comprobar concretamente diferentes parámetros de las funciones cognitivas. Este resultado negativo es quizás debido al pequeño número de sujetos en este estudio(n=10), pero también puede ser debido a la heterogeneidad considerable que se puede comprobar en la HCAI.

6.2 Alteraciones cognitivas en HCA

Otro estudio, llevado a cabo en este caso por Fernández y Bartolomé (2010) se centra en la alteración de las funciones cognitivas en HCA. En él, se pretendía describir la ejecución en tareas de lenguaje, memoria, habilidades visuoconstructivas y función ejecutiva en pacientes diagnosticados de posible HCAI, y compararlo con los rendimientos de sujetos sin diagnóstico de demencia con características sociodemográficas similares. Los instrumentos empleados en este caso fueron MMSE, Trail Making (Test Parte A y B), Test de Boston, denominación categorial (nombre de animales); historia de Babcock, Test de la figura compleja de Rey, Test de retención visual de Benton (Forma C, Administración A), batería de evaluación frontal breve, fluidez de acciones (verbos); Stroop e índice de Barthel.
Los participantes con posible HCAI presentaron rendimientos cognitivos por debajo de lo esperado en tareas que evalúan la capacidad para evocar palabras por confrontación visual, fluidez verbal semántica, memoria verbal y visual, y funciones ejecutivas. Estos datos están en concordancia con los obtenidos en trabajos anteriores que proponían que muchas de estos déficits estaban presentes en la HCAI. Estas alteraciones cognitivas influyen de forma significativa sobre la capacidad del sujeto para llevar a cabo actividades básicas de la vida diaria, incapacitándole para mantener su propia autonomía e independencia.
A nivel fisiológico determinan que la pérdida de memoria estaría relacionada con la afectación de la sustancia blanca que rodea al tercer ventrículo y a las astas temporales de los ventrículos laterales, invadiendo la corteza parahipocámpica. Los trastornos visuoespaciales y visuoconstructivos, aparecen en un contexto de una disfunción frontobasal más general y no son resultado del daño focal parietal.

6.3 Cambios producidos tras la cirujia.

6.3.1 Efectos de la rehabilitación en pacientes con HCA y derivación VP.

Chen, Z., Chen, G., Song, W., Liu, L., Yang, Y., & Ling, F. (2009) llevaron a cabo un estudio para investigar qué efectos tiene la rehabilitación en pacientes con derivación que presentan una HCA crónica tras haber padecido una hemorragia subaracnoidea causada por una aneurisma. El estudio se llevó a cabo con 39 pacientes, una parte de los cuales se sometieron a una derivación VP y un grupo control que no se sometió a la operación. Todos fueron tratados de acuerdo a un protocolo de rehabilitación estandarizado que incluía terapias físicas, ocupacionales y del habla. Las evaluaciones funcionales se llevaron a cabo con Barthel Index (BI) y el MMSE.
La rehabilitación por sí sola no se tradujo en mejoras en los pacientes con HCA crónica, pero combinada con una derivación VP dio lugar a mejoras en las actividades de la vida diaria y las funciones cognitivas. Los resultados de este estudio demuestran que la derivación VP es un tratamiento efectivo en pacientes con una HCA crónica después de una hemorragia subaracnoidea aneurismática. El diagnóstico precoz y la colocación de la derivación pueden mejorar el resultado funcional o prevenir un mayor deterioro funcional.

6.3.2 Cambios cognitivos tras la cirugía.

Para examinar los cambios tras la inserción de una derivación, Katzen, H., Ravdin, L.D., Assuras, S., Heros, R., Kaplitt, M., Schwartz, T.H., Fink, M., Levin, B.E. & Relkin, NR. (2011) escogieron una muestra de participantes con HCAI bien caracterizada y la compararon con un grupo de sujetos control sanos emparejados por edad y nivel de educación comparable al de los sujetos del estudio.
Este estudio demuestra que los aspectos seleccionados de la cognición, en particular la velocidad de rastreo mental y la atención sostenida, mejoran después de la colocación de la derivación en HCA. Además de cambio motor y cognitivo, la mejora funcional posterior a la derivación fue documentada por los informes del cuidador que indican una mayor independencia en la vida diaria del paciente, una reducción de la severidad de los síntomas neuropsiquiátricos y por consiguiente, también se veía reducida la angustia del cuidador.
Además, la inspección cualitativa de los datos indica que otros aspectos de la cognición también pueden mostrar una mejora clínica. Como nos indica Katzen et al., (2011): “En la muestra de este estudio, hubo una mejora del 41% en tiempo en la realización de secuencia mental básica, así como un rendimiento más rápido en las tareas de destreza manual (aumento de 21%) y se mantiene la velocidad del motor (aumento de 24%). Se observaron cambios cognitivos adicionales en el área de la velocidad de procesamiento y la atención a los 6 meses que pueden mantenerse durante períodos más largos de seguimiento”.

6.3.3 Mejora de las funciones ejecutivas.

En este caso el estudio se centra en la mejoría de las funciones ejecutivas tras la inserción de una derivación VP  (Gleichgerrcht, Cervio, Salvat, Loffredo, Vita, Roca, Torralva y Manes, 2009).
Los pacientes fueron evaluados con: MMSE, The Addenbrooke’s Cognitive Examination, la versión adaptada de The Boston Naming Testfor naming, el Token test for comprehension, la Lista de animales de 60 segundos, la tarea de retención de dígitos del WSM-R y el Trail Making (Test parte A y B), la tarea de amplitud de dígitos hacía atrás, fluidez fonológica y The FAB .
El estudio revela que los pacientes con HCA que responden positivamente al drenaje del LCR lumbar lento continuo y reciben un implante de derivación VP, mejoran su rendimiento en las tareas de función ejecutiva. La alta demanda de este tipo de proceso mental en situaciones complejas de la vida real y los déficits ejecutivos graves, se presentan en pacientes de HCA demencia o sin ella.

6.3.4 Test adecuados para medir el pre i post operatorio

Uno de los estudios con una mayor muestra que he encontrado en los últimos años, es el llevado a cabo por Hellström, Klinge, Tans y Wikkelsø, (2012), con una muestra de 142 personas de 13 centros en 9 países europeos con HCAI. Estos pacientes fueron puestos a prueba con el RAVLT, The Grooved Pegboard y el Stroop antes del tratamiento de la derivación VP y después de tres y doce meses de la inserción de ésta. Antes de la cirugía, los pacientes con HCA obtuvieron peores resultados y tardaron el doble que el grupo control  en realizar The Grooved PegBoard y el Stroop y puntuaron la mitad en pruebas de memoria. No se encontraron diferencias significativas en las dos evaluaciones de seguimiento dentro del grupo HCAI aunque The Grooved Pegboard registró una mayor proporción de respuestas después de la cirugía, seguido por el Stroop.
Los tres test seleccionados demostraron ser sensibles y específicos, ya que mostraban diferencias significativas entre grupo control y HCAI, no solamente en la línea base sino también a los tres y doce meses. Estos autores concluyen afirmando que las tres pruebas son las más adecuadas para el seguimiento de los cambios individuales después del tratamiento, son altamente convenientes para el diagnóstico discriminativo y muy adecuadas para evaluar los cambios después del tratamiento de derivación.

CONCLUSIÓN, SITUACIÓN ACTUAL  Y REFLEXIONES EN RELACIÓN A LA HCA

Buscando información sobre este tema, da la sensación que desde que Hakim y Adams definieron por primera vez la Hidrocefalia Crónica del Adulto, no se ha avanzado demasiado en el tema y en el conocimiento de esta enfermedad. Continúa sin haber consenso tanto en el diagnóstico, como en protocolos para evaluar la HCA o en la magnitud de las funciones cognitivas esperables que se puede producir en pacientes tras la intervención quirúrgica o los periodos de tiempo adecuados para hacer tales valoraciones. Como dice Katzen et al. (2011), algunos estudios no reportan ningún cambio en el estado mental, mientras que otros sugieren una mejora en hasta el 90% de los pacientes. Además, varios de los artículos revisados comentan ser los primeros en llevar a cabo el tipo de estudio que han hecho, como el de Chen et al., (2009), Katzen et al., (2011) o el de Gleichgerrcht et al., (2009), otro motivo que da que pensar que no se ha estudiado mucho sobre el tema.
Encuentro a faltar información sobre el tipo de rehabilitación cognitiva que se utiliza con pacientes con HCA ya que apenas he encontrado información sobre el tema y el único artículo que lo mencionaba (Chen et al., 2009) no especificaba que técnicas de rehabilitación específicas habías sido utilizadas y trata el tema de forma muy general.
La mayoría de los estudios encontrados se llevan a cabo con muestras bastantes pequeñas  de menos de 40 pacientes, excepto el llevado a cabo en varios países europeos por Hellström et al., (2012). Considero importante y necesario realizar estudios controlados más grandes en los que intentar llegar a un consenso respecto a los síntomas, la evaluación y el diagnóstico de la HCA, además de estudios post quirúrgicos con intervalos de seguimiento más largos para examinar más a fondo el patrón y el curso de la recuperación cognitiva así como la mejoría real que se puede llegar a dar, ya que los intervalos propuestos son excesivamente amplios, desde los que consideran que la mejoría apenas se produce hasta los que consideran que se consigue una mejora en la mayoría de pacientes. Además, como proponen Gleichgerrcht et al., (2009), también me parece conveniente la inclusión de más pruebas "ecológicas" para detectar los déficits de la vida real en este grupo clínico.

  
BIBLIOGRAFÍA

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Tarnaris, A., Toma, A. K., Pullen, E., Chapman, M. D., Petzold, A., Cipolotti, L., Kitchen, N.D. Keri, G. Lemieux, L. & Watkins, L. D. (2011). Cognitive, biochemical, and imaging profile of patients suffering from idiopathic normal pressure hydrocephalus. Alzheimer's and Dementia7(5), 501-508.

TERAPIA PSICOLÓGICA EN PACIENTES DE ONCOLOGÍA PEDIÁTRICA. ¿QUÉ TIPOS DE TERAPIAS SON MÁS ADECUADAS? Informe Final del Trabajo de Fin de Grado

RESUMEN
El cáncer es una enfermedad que en mayor o menor grado nos afecta a todos directa o indirectamente. El apoyo psicológico en pacientes oncológicos es esencial y todavía más importante en una población vulnerable como la infantil.
Este trabajo estará orientado a profundizar en la necesidad de apoyo psicológico y de adaptación de terapias psicológicas al niño enfermo de cáncer para mejorar su calidad de vida permitiéndole disfrutar de su infancia en la medida de lo posible.
Se realizó una búsqueda y revisión general de la literatura en metabuscadores y en las principales bases de datos de psicología (PsycInfo, Pubmed, Psicodoc…). Se seleccionaron un total de 27 artículos publicados en los últimos 10 años en revistas especializadas, de un total de 42 encontrados, relacionados con la terapia de juego así como técnicas relacionadas aplicables a población infantil, como arteterapia, videojuegos o realidad virtual.
En la mayoría de artículos se demuestra que este tipo de terapia es muy beneficiosa principalmente para disminuir la experiencia de dolor, ansiedad y depresión en pediatría oncológica, pero no abundan los estudios sobre este tema. Se concluye que sería conveniente llevar a cabo más estudios sobre estas terapias y protocolos de intervención estructurados para esta población.
Palabras clave: cáncer infantil, terapia de juego, cáncer pediátrico, oncología pediátrica, terapia de juego, Psicooncología, juegos terapéutico y psicoterapia.

ABSTRACT

Cancer is a disease in greater or lesser degree affects all of us directly or indirectly. Psychological support in cancer patients is essential and even more important in a vulnerable population as child.
This work aims to deepen the need psychological support and adaptation of psychological therapies to the sick child with cancer therapies to improve their quality of life allowing people to enjoy their childhood as much as possible.
Research was conducted in meta-search engines in the main psychology databases (PsycInfo, PubMed, Psicodoc ...) and a comprehensive review of the literature was performed. A total of 27 articles has been reviewed over the 42 articles found on the research of literature published in the last 10 years in professional journals. This articles are related to playing therapy and applicable techniques to child population, like art therapy, video games and virtual reality.
The majority of the articles show that this type of therapy is very beneficial mainly to reduce the experience of pain, anxiety and depression in pediatric oncology, but not many studies on this subject. We conclude that it would be appropriate to conduct further studies on these therapies and structured intervention protocols for this population.
Keywords: childhood cancer, game therapy, pediatric cancer, pediatric oncology, play therapy, psychooncology, psychotherapy and therapeutic gaming.

INTRODUCCIÓN
El cáncer es una enfermedad que en mayor o menor grado nos afecta a todos de forma directa, padeciéndolo nosotros mismos, o indirecta viendo como familiares cercanos sufren esta enfermedad, y que causa estragos en la vida de aquellos que la padecen. El apoyo psicológico en pacientes de cáncer es esencial, necesario y muy beneficioso para lidiar con la enfermedad. Aún más importante es en una población tan vulnerable como lo es la infantil, pero no es posible aplicar las mismas terapias para un adulto que para un niño. Es de extrema importancia poder adaptar las terapias psicológicas a la edad del niño y al tipo de cáncer que padece para potenciar la adherencia terapéutica y fomentar las emociones positivas para que una experiencia como la estancia en un hospital, no les prive de su derecho a ser niños y disfrutar de su infancia en la medida de lo posible.
Los tipos de cáncer más habituales en población infantil son la leucemia, el linfoma, los tumores germinales y los sarcomas de huesos. Hoy en día es una enfermedad curable en el 75% de los casos en los países desarrollados, frente al 30% de la población que solamente sobrevivía en los años 60 (Bragado, 2009). El restante 25% mueren a causa de la enfermedad o complicaciones en el tratamiento. En España se diagnostican unos 1400 niños y adolescentes de cáncer al año (Celma, 2009).
Estos niños deben pasar mucho tiempo en el hospital, ingresados para recibir tratamientos o para llevar a cabo pruebas diagnósticas, lo cual repercute de forma importante en la vida del niño, sobre todo a nivel social, ya que no puede asistir al colegio regularmente como otros niños y por tanto, el contacto y la sociabilización se ve seriamente afectado.
La socialización es un aspecto muy importante para el correcto desarrollo psíquico del niño tal como propuso Vygotski en su Teoría del aprendizaje. Esta teoría se refiere a como el ser humano ya trae consigo un código genético o línea natural del desarrollo, la cual está en función de aprendizaje, en el momento que el individuo interactúa con el medio ambiente. Su teoría toma en cuenta la interacción sociocultural, donde influyen mediadores que guían al niño a desarrollar sus capacidades cognitivas. Una de las formas más importantes de socialización en edades tempranas es a través del juego, así como una forma muy eficiente para comunicación, ya que a ciertas edades no son capaces de transmitir sus sentimientos, donde les duele, si algo les molesta, etc., de la misma manera que lo puede hacer un adulto. (González y Escobar, 2012).
Aunque existe poca evidencia empírica para apoyar la opinión de que el juego es importante para el niño para hacer frente a la angustia provocada por su enfermedad, hay argumentos teóricos y empíricos que defienden que el juego sirve al niño para aliviar la ansiedad y aumentar la adaptación a las circunstancias.
El  juego estimula  el  desarrollo  de  las  habilidades  sensoriomotoras (González y Escobar, 2012). Niños que están preocupados y ansiosos, pueden en ocasiones ser incapaces de jugar, estando en consecuencia, privados de un medio activo y seguro de solución de problemas (Gariépy y Howe, 2003). El  juego  le  sirve  al  niño  para  comprender  su  mundo  relajarse  y  olvidar  sus angustias,  por tanto todos  los  niños  deberían  tener  tiempo  para  jugar. Por medio del juego el niño manifiesta sus preocupaciones emocionales. A nivel cognitivo, desarrolla la habilidad para imitar e interactuar en su entorno social, afrontar la situación y aprender sobre la experiencia de  los  procedimientos  clínicos. En el ambiente del hospital, el juego promueve la adaptación del niño a la enfermedad y la hospitalización favoreciendo así su desarrollo (Pineda y Santiago, 2008). 
La psicoterapia en niños se realiza mediante el juego terapéutico, narración de historias, creación de dibujos, manualidades, etc., y, en menor medida, el diálogo directo y explícito acerca de los problemas que interfieren en la vida del niño. Son métodos fáciles de manejar para el niño, acostumbrado a expresarse mediante lo lúdico más que a través del lenguaje (algo que no domina todavía). Por otro lado, las historias que desarrolla, los dibujos que realiza, e incluso la selección de los juguetes, conllevan una expresión de aspectos significativos de su experiencia. La tradición humanista o centrada en el niño nos propone un modelo de terapia donde el acto de jugar por parte del niño, sumado al acto de empatizar y de reflejar los estados de ánimo y las necesidades, por parte del terapeuta, son suficientes para que se produzcan cambios. Otras escuelas, desde diferentes herencias teóricas, se han centrado en el hecho de que el juego ofrece al niño un escenario seguro y comprensible para esclarecer, con ayuda del terapeuta, formas adaptativas y saludables de enfrentarse a sus ansiedades y sus problemas. El uso terapéutico del juego puede ayudar al niño con cáncer a reducir su malestar de diferentes maneras (Salvá, 2012)
No abunda la información sobre procedimientos psicológicos utilizados y el número de publicaciones es escaso, posiblemente por la creencia de que  los niños con cáncer no muestran elevados niveles de estrés psicológico y los estudios que hay se centran principalmente en el minimizar el dolor del niño (Celma, 2009). No obstante, a lo largo del tratamiento, el niño con cáncer debe exponerse a procedimientos altamente estresantes que en ocasiones se han considerado incluso más dolorosos que la propia enfermedad, tienen estados de ansiedad alta y más de la mitad de los pacientes infantiles tienen un riesgo potencial de depresión o presentaban algunos síntomas de esta (Li, Chung y Ho, 2011).
Es por estos motivos por los que se ha considerado que queda mucho por saber e indagar y por lo cual existe una imperiosa necesidad de llevar a cabo una revisión sistemática de los estudios publicados en estos últimos años sobre este tema, como se plantea en el presente trabajo. Por tanto, este trabajo estará orientado a profundizar en esta necesidad de apoyo psicológico y de adaptación de las terapias psicológica al niño enfermo de cáncer para mejorar su calidad de vida.
Dado que el juego es de vital importancia para el desarrollo del niño, así como también es un medio de comunicación para él, tanto para expresarse como para ayudarle a entender que está pasando a su alrededor, es de suma importancia saber más sobre este tema y profundizar en que tipos de juegos se utilizan con estos pacientes, cuales son los más convenientes, tanto para cada situación como para cada estadio evolutivo del niño y en qué grado son efectivos y consiguen los resultados que se pretende obtener con ellos.

MÉTODO
Para realizar el presente trabajo se llevaron a cabo dos búsquedas en diferentes momentos. En ambas se consultaron artículos de la revista Psicooncología y se buscó en metabuscadores como Trobador+ y base de datos más específicos de psicología como Psychinfo, Dialnet, PubPsych, PsycINFO, Psicodoc, ISOC (CSIC) y Web of Knowledge. Los conceptos utilizados para realizar las búsquedas fueron: childhood cáncer, game therapy, pediatric cancer, pediatric oncology, play therapy, psychooncology, psychotherapy y therapeutic gaming.
En la Búsqueda A se centró en artículos publicados en los últimos 5 años donde encontraron 17 artículos de los que se escogieron 11 y en la Búsqueda B se amplió a los últimos 10 años hallando esta vez un total de 25 artículos más, de los cuales se seleccionaron 15 para ser utilizados, más uno que fue localizado a última hora, publicado en el presente año, haciendo un total de 27 artículos utilizados, de los cuales 19 son experimentales y 8 de revisión. Estos artículos trataban de la terapia de juego o estaban relacionados con ella, con técnicas que se podrían considerar cercanas al juego al ser aplicadas en población infantil, como por ejemplo, arteterapia, uso de videojuegos o de realidad virtual o terapia de la risa a través de Clowns. Los artículos no incluidos se descartaron por no ser estudios empíricos, ni de revisión, ni estudios de caso o por no ir dirigidos concretamente a población infantil oncológica.

RESULTADOS

Terapias psicológicas en pacientes de oncología.

Los artículos encontrados son de estudios llevados a cabo en diferentes países, destacando en mayor número los publicados en España (7 artículos) seguidos por los de Estados unidos (6). El resto son de diferentes países como China, Italia, Taiwán, Irán, Méjico, Colombia, Suiza, Guatemala, Reino Unido y Canadá. La muestra de participantes va desde estudios de caso único, pasando por 7 que es el mínimo número de participantes que se encuentra en un diseño experimental, hasta el máximo que es de 122 sujetos, con edades comprendidas entre los 2 hasta los 18 años.
Las propuestas metodológicas de estos artículos son realmente dispares, desde estudios llevados a cabo con una rigurosidad excelente a otros en los que no especifican haber llevado a cabo un análisis estadístico y en los cuales basan sus resultados y conclusiones en medias aritméticas únicamente. No hay un consenso general entre los instrumentos utilizados para medir el dolor, la ansiedad o la depresión, habiendo una cantidad enorme de instrumentos diferentes para medir, en ocasiones, las mismas cosas. Las medidas más usuales que se toman son sobre el dolor, la ansiedad, la adherencia, etc. No obstante, lo más utilizado para medir el dolor son entrevistas abiertas no estructuradas y las escalas The Color Analogue Scale (CAS), The Visual Analogue Scale (VAS) y Children’s Hospital of Eastern Ontario Pain Scale (CHEOPS). Los tres evalúan intensidad de dolor en niños, el CAS es un instrumento que incluye una marca de plástico que se desliza a lo largo de un rectángulo que va desde el color blanco (“no dolor”) hasta el extremo opuesto de color rojo oscuro (“máximo dolor”). En el  VAS no hay escala numérica, el paciente indica la intensidad del dolor señalando un punto en la línea que va entre los extremos (“ningún dolor” - “peor dolor posible”). CHEOPS evalúa 6 comportamientos de dolor a través del llanto, expresión facial, verbalización, posición del torso, toque y movimientos de piernas.
El  tratamiento  para  el  cáncer  más  frecuente  es  la  cirugía,  como  la  principal estrategia para el tratamiento curativo, con la eliminación de las células malignas. Otro  tratamiento  frecuente  es  la  radioterapia, en la que paciente  no  siente  dolor  durante  el  procedimiento, pero es algo novedoso y extraño para el niño y le puede causar temor, ansiedad o angustia (Pineda y Santiago, 2008). Asimismo se les puede aplicar intervenciones como quimioterapia para la cual es necesaria la inserción de una aguja en un puerto intravenoso, aspirado de médula ósea o punción lumbar (Arenas, 2012).
Entre los artículos revisados se pudo observar que se utilizan diferentes tipos de juegos y distractores, los cuales son ampliamente variados entre estudios y en la forma de aplicación. También son ampliamente heterogéneos los objetivos con los cuales se utiliza el juego. Por este motivo se organizó la información por categorías, por una parte estaría la tipología de juego y por otra, las características que se pretenden modificar o mejorar a través de cada una de estas técnicas.
Los tipos de juegos utilizados se dividieron en Juego (general), Realidad Virtual,  Arteterapia, Videojuegos y Terapia de la Risa, por orden de más a menos utilizados y los objetivos principales para los cuales se emplea se han dividido en distracción para reducir ansiedad y/o sensación de dolor, reducir emociones negativas como ansiedad/angustia, depresión y miedo o ayudar a expresar emociones y preocupaciones de los niños, además de promover la adherencia terapéutica, mejorar estados y síntomas físicos y mejorar el afrontamiento de la enfermedad.
En el cuadro de la siguiente página, se resume los hallazgos del análisis de los artículos incluidos en esta revisión. Se puede apreciar la clasificación mencionada de los artículos por tipo de juego y la finalidad de cada técnica. Se puede observar que algunos artículos han utilizado más de una tipología de juego o tenían más de un objetivo. Se puede destacar que el juego general es aplicable a todos los objetivos propuestos que se han encontrado en los trabajos revisados y por otro lado, y que el objetivo de la ansiedad/angustia, es el único que se puede manejar con cualquiera de las técnicas propuestas para reducirlas.
Los videojuegos y la realidad virtual se han utilizado para distraer al paciente ayudándole a reducir la percepción de dolor durante procedimientos desagradables o aversivos, para reducir la ansiedad y el miedo y mejorar el afrontamiento. Los videojuegos además han servido para ayudar a entender la enfermedad y a explicarla a través de juegos específicos sobre la enfermedad. Por su parte la realidad virtual también se ha utilizado para disminuir síntomas depresivos, ayudar a expresar emociones, mejorar estados y síntomas físicos y para potenciar las interacciones sociales con otros niños.
El arteterapia por su parte también ha sido aplicado como distractor, para reducir estados depresivos, expresar emociones, potenciar la adherencia terapéutica, el afrontamiento así como la interacción social. 
Por último, la terapia de la risa se utilizó, además de para disminuir la ansiedad y la angustia como ya se ha mencionado, para mejorar estados y síntomas físicos y favorecer la interacción social.
Además del siguiente cuadro, para una descripción más detallada de cada uno de los artículos experimentales revisados, se puede consultar en el Anexo 1.

Terapias de juego/ aplicaciones


Juego
Video juego
Realidad virtual
Arteterapia
Terapia de la risa
Distracción
Arenas, 2012
Bragado, 2009
Hedén, 2009
Méndez, 2004
Windich-Biemeier, 2007
Kato, 2006
Windich-Biemeier, 2007
Amorós, 2009
Gershon, 2003
Nilsson, 2009
Wint, 2002
Wolitzky, 2005
Windich-Biemeier, 2007
Rico, 2007

Emociones
Ansiedad/ angustia (distress)
Arenas, 2012
Hedén, 2009
Pineda, 2008
Salvá, 2012
Wiener, 2011
Windich-Biemeier, 2007
Windich-Biemeier, 2007
Gershon, 2003
Li, 2011
Nilsson, 2009
Wint, 2002
Wolitzky, 2005
Windich-Biemeier, 2007
Madden, 2010
Massimo, 2006
Rico, 2007

Ramírez, 2009
Depresión
Arenas, 2012
Méndez, 2004
Pineda, 2008 Zareapour, 2009

Li, 2011

Madden, 2010
Massimo, 2006
Rico, 2007


Expresar emociones
Aldiss, (2009)
Bragado, 2009
Gariépy, 2003
Pineda, 2008
Salvà, 2012
Wiener, 2011

Wolitzky, 2005


Romo, 2009

Miedo
Hedén, 2009
Méndez, 2004
Pineda, 2008
Windich-Biemeier, 2007
Windich-Biemeier, 2007
Windich-Biemeier, 2007


Adherencia terapéutica
Arenas, 2012
Gariépy, 2003



Madden, 2010

Mejora de estados y síntomas físicos
Arenas, 2012
Bragado, 2012
González, 2012
Méndez, 2004

Wolitzky, 2005

Ramírez, 2009
Afrontamiento
Arenas, 2012
Bragado, 2009
Gariépy, 2003
Salvá, 2012
Wiener, 2011
Windich-Biemeier, 2007
Windich-Biemeier, 2007
Li, 2011
Romo, 2009

Entender o explicar la enfermedad
Salvá, 2012
Kato, 2006



Interacción social
Gariépy, 2003
Pineda, 2008

Li, 2011
Rico, 2007
Romo, 2009
Ramírez, 2009

En el juego general se incluye cualquier tipo de juego clásico, como muñecos, títeres, juegos de mesa, teléfonos de juguete y/o cualquier juguete que se pueda encontrar en una ludoteca. También se ha considerado juego, soplar pompas de jabón y el juego físico. La Terapia de Juego se utiliza para conseguir diferentes objetivos. Para lo que es más utilizada es para la distracción pretendiendo que el niño no se centre exclusivamente en la intervención que se le está llevando a cabo y para reducir la ansiedad y la angustia que provocan dichas intervenciones (Pineda y Santiago, 2008). Entre los distractores utilizados, se encuentran tanto  distractores externos (video-juegos, títeres, pompas de jabón…) como internos (imágenes emotivas). La distracción es un vehículo para modificar como los estímulos dolorosos son procesados y es útil para reducir síntomas anticipatorios, como náuseas condicionadas y ansiedad. Se ha hipotetizado que la percepción de dolor puede ser controlada porque los individuos poseen una capacidad limitada de procesamiento de la información, como propuso Kahneman en 1973, es decir, si la atención se dedica predominantemente a una tarea específica, la atención disponible para otra tarea es limitada (Wint, Eshelman, Steele y Guzzetta, 2002). Otros han propuesto que al focalizar la atención fuera del estímulo nocivo se modifica la percepción cognitiva del dolor, ya que se atenúan los impulsos neuronales evocados por el estímulo doloroso y se interrumpe el procesamiento emocional, lo que  disminuye el malestar percibido (Bragado, 2009). Además, la terapia de juego es utilizada para disminuir emociones negativas como la depresión o el miedo y facilita que el niño pueda expresar sus inquietudes, miedos y preocupaciones sobre la enfermedad y lo que ella comporta y puede ayudarle a entender en que consiste la enfermedad, que le está pasando y a que se debe. El poder actuar a través del juego hace que los sentimientos de los niños emerjan a la superficie expresándolos abiertamente, así el niño puede enfrentarse a ellos aprendiendo a controlarlos o a rechazarlos. Además ayuda a establecer una correcta adherencia terapéutica, que hace referencia a un conjunto de conductas, entre las que se incluye aceptar formar parte de un plan o programa de tratamiento e influyen los aspectos desagradables de la situación, el estado motivacional del sujeto o la comprensión de las prescripciones. Se pretende que comprenda por qué está en el hospital, para qué sirve su tratamiento, en qué va a consistir, cuánto va a durar, etc. Así que en este caso el juego nos sirve de dos maneras: por una parte permitiendo crear una atmósfera más segura que la conversación directa y por el otro ofreciéndonos escenarios donde podamos representar, de manera divertida y comprensible, aspectos de la enfermedad o del tratamiento que el niño necesita entender (Salvá, 2012).
También el ejercicio físico basado en el juego es útil y va desde cambios de posición en la cama o armar rompecabezas hasta jugar a estatuas o lanzar pelotas a los pacientes, por ejemplo. Se ha apreciado su utilidad en el manejo del Síndrome de Desacondicionamiento Físico en niños, que es el deterioro  metabólico y sistémico  del  organismo a consecuencia de la inmovilización prolongada, a causa de una enfermedad como el cáncer, que tiene repercusiones multisistémicas que pueden comprometer la capacidad funcional de la persona. Se caracteriza por atrofia muscular, fatiga muscular, menor capacidad oxidativa de la mitocondria y baja tolerancia al déficit de oxígeno (González y Escobar, 2012). 
Los videojuegos y la realidad virtual, se separaron de juego general por ser considerados de tipo tecnológico y por considerar que es un tipo de metodología de juego diferente al juego clásico. Tiene el potencial de ser muy atractivo para el grupo demográfico de los adolescentes y son menos propensos a ser descartados antes de que hayan tenido la oportunidad de hacer su trabajo (Kato y Beale, 2006). La realidad virtual es un método relativamente nuevo y, sorprendentemente, bastante utilizado en los estudios con población infantil oncológica y puede ser de dos tipos: inmersiva o presencial, producto de varios parámetros, como el nivel de interactividad, complejidad de la imagen o visión estereoscópica y se utiliza con auriculares y casco que aísla del ambiente del hospital. El otro tipo es no inmersiva, llevada a cabo con una pantalla de ordenador. El individuo está conectado al mundo virtual sin dejar de estar presente (Nilsson, Finnström, Kokinsky y Enskär, 2009). Mediante  la  tecnología  se pretende  desviar la atención del dolor y se ha empleado en algunos estudios para reducir el dolor y la ansiedad  en  niños con cáncer sometidos a procedimientos médicos invasivos. Los resultados para estas intervenciones suelen ser variados, en varios estudios no se encuentra diferencias significativas (posiblemente por el pequeño número de la muestra) entre el grupo al que se le interviene con Realidad Virtual y el grupo control, aunque siempre se encuentra una tendencia a experimentar menos dolor, angustia  y/o ansiedad en el grupo experimental. No obstante, se han encontraron resultados muy positivos al utilizar la Realidad Virtual para reducir los síntomas depresivos en una muestra de Hong Kong (Li et al., 2011).
El arteterapia es un término amplio que abarca las modalidades de danza/movimiento, música, arte, teatro, yoga, poesía así como moldeado de arcilla, esculturas, marionetas, escribir en un diario o realizar dibujos, y se ha convertido en una tendencia actual en enfermería oncológica y en todas las profesiones médicas. Puede llegar a sustituir la medicación en casos en que medicar no sea posible o lo suficientemente eficaz ya que en algunos estudios en los que se ha utilizado como refuerzo a los analgésicos en pacientes sometidos a una intervención quirúrgica, éstos se quejaron menos de dolor que los que no se expusieron a la terapia, y se vio reducida la necesidad de opiáceos (Rico, 2007). La expresión creativa se ha relacionado con el aumento de la capacidad del niño para hacer frente a la hospitalización, además es conocida por aumentar la calidad de vida en pacientes con cáncer (Madden, Mowry, Gao, Cullen y Foreman, 2010). Los cambios físicos experimentados durante la enfermedad y su tratamiento, por ejemplo la pérdida del cabello o la variación de peso, pueden amenazar la autoestima del niño y contribuir a la aparición de problemas en las relaciones sociales (Méndez Orgilés, López-Roig y Espada, 2004). Así que el arteterapia puede tener el objetivo de la inclusión social, ya que la misma situación grupal y la producción artística ofrece elementos de cohesión, permite paliar el sufrimiento y solucionar problemas de índole psicológica y se utiliza el arte como mediador para la expresión, lo que facilita el flujo espontáneo de emociones y experiencias que no pueden ser fácilmente verbalizadas (Romo, Martínez y Rodríguez, 2009). Por ejemplo, a la hora de dibujar, la elección del color nos aporta información así como las caras tristes o la omisión de bocas en los dibujos, que pueden ser indicadores del malestar del niño. También es utilizada antes de pruebas invasivas para hacer que el niño conozca la necesidad de la prueba, promover conocimientos en el niño y familia acerca del procedimiento, ayudar la estabilidad emocional y lograr una adecuada adherencia terapéutica.
Por último, se ha tenido en cuenta La  Risoterapia ya que es llevada a cabo por payasos (Clowns) que interactúan con el niño y juegan con él para hacerle reír. Fue implementada en 1970 por el médico estadounidense Hunter “Patch” Adams. Es considerada una terapia psicológica efectiva en estos pacientes. El humor terapéutico  tiene  dos  grandes  propósitos, ayudar a encontrar estabilidad, logrando ilustrar los pensamientos irracionales e ilógicos del paciente y compartir una experiencia emocional positiva con él. En el único artículo incluido en la revisión sobre terapia de la risa, se pudo observar que demuestra una buena eficacia ya que los niños estuvieron menos limitados a hacer actividades que requieren cierto nivel de energía (montar bicicleta, patinar, etc), mostraron menos limitaciones físicas para hacer tareas o actividades escolares, tuvieron menos limitaciones de carácter emocional o conductual para este mismo tipo de actividades, el dolor disminuyó y se mostraron menos molestos o perturbados después de la terapia (Ramírez y Cárdenas, 2009).
Los juegos son dispares en los diferentes trabajos, como ya se ha mencionado, tanto en el tipo de juego como en su aplicación. Solamente uno de Realidad Virtual se ha encontrado en dos estudios diferentes. Este es Virtual Gorilla; es un programa educacional de realidad virtual para niños, en el que visitan el hábitat del gorila en el zoo de Atlanta, y donde pueden interactuar con el gorila. Los objetivos de ambos estudios no estaban relacionados entre sí a excepción de medir la ansiedad donde se encontraron diferentes resultados (Gershon, Zimand, Lemos, Rothbaum y Hodges 2003; Wolitzky, Fivush, Zimand, Hodges y Rothbaum, 2005).
DISCUSIÓN
Los artículos revisados confirman la necesidad de intervención terapéutica en la población oncológica infantil, ya que se ha podido observar que los niños pequeños tienen más ansiedad ante punciones e intervenciones dolorosas que los más mayores. La combinación de intervenciones farmacológicas y psicológicas son las más eficaces con el fin de reducir la angustia de los niños causada por los procedimientos dolorosos (Hedén von Essen y Ljungman, 2009).
El círculo dolor-ansiedad-miedo relacionado con los procedimientos diagnósticos y terapéuticos, es la causa más frecuente de sufrimiento de los niños hospitalizados e ignorar su  importancia disminuye notablemente su bienestar y calidad de vida (Rico, 2007). Dependiendo de la edad, la experiencia se experimenta de forma diferente. Los menores de 2 años no tienen capacidad para comprender qué significa la enfermedad, pero sí sienten miedo y ansiedad al separarse de sus padres y durante el transcurso de los procedimientos médicos. De los 2 a los 7 años comprenden mejor qué es una enfermedad, pero pueden vincularla con algún hecho concreto, como por ejemplo su mal comportamiento, ya que consideran que las enfermedades ocurren por una razón muy determinada. Se les debe aclarar, por ello, que no son culpables de la enfermedad y que ésta no es un castigo. A partir de los 7 años la comprensión de los niños de la enfermedad y del tratamiento es mayor, por lo que se les puede dar una explicación un poco más detallada y disipar sus dudas y preocupaciones sobre cómo les va a afectar el cáncer. Los niños mayores de 12 años logran comprender la complejidad de la enfermedad y los efectos de los tratamientos (Méndez, Orgilés, López-Roig y Espada, 2004). Por tanto, se ha de tener en cuenta el estadio evolutivo del niño para establecer una mejor comunicación con él y poder adaptar la explicación sobre lo que le pasa y el por qué a su nivel intelectual. En el Anexo 2 se puede encontrar una explicación detallada de los estadios evolutivos del niño que se han de tener en cuenta.
Algunos autores afirman que se observa un buen ajuste psicológico en niños con cáncer, el cual podría ser debido a que utilizan un estilo de  afrontamiento defensivo, represivo o de negación del malestar emocional, lo que les llevaría a informar de  menos  síntomas  de  los  que  realmente experimentan (Bragado, 2009), lo que no significa que no los experimenten.
Además, en entrevistas llevadas a cabo con niños que habían estado hospitalizados, se ha demostrado que al utilizar títeres y teléfonos de juguetes, los niños se sienten más relajados a la hora de dar su opinión y de hablar sobre su experiencia al no tener que mirar directamente a la persona que los entrevista. Lo que más aprecian los niños de su estancia en el hospital son los juguetes de los que disponen, la sala de juegos y las actividades que se llevan a cabo (Aldiss, Horstman, O’Leary, Richardson y Gibson, 2009). Por tanto, a estos pacientes infantiles que sienten la necesidad y el deseo de jugar, les puede parecer más atractivas las terapias basadas en el juego, que no otras más destinadas a conversar con el terapeuta y mostrar sus sentimientos sin ningún tipo de escudo o mediador que les haga sentir seguros y confiados.
La evidencia apunta a que es más importante como se aplica el juego, que no el tipo de juego en sí mismo. Por una parte, se ha observado que la efectividad de la terapia aumenta cuando el niño puede escoger el tipo de distractor que prefiere y que si además participan los padres (o cuidadores principales) en la distracción durante procesos aversivos puede mejorar los resultados clínicos positivos con el beneficio principal de la disminución del miedo y la angustia (Windich-Biemeier, Sjoberg, Dale, Eshelman y Guzzetta, 2007). La realidad virtual suele dar muy buenos resultados desviando la atención del dolor y por ende, reduciendo la ansiedad de los niños sometidos a procedimientos médicos invasivos (Amorós, Méndez y Sánchez, 2009). Pero también hay que tener en cuenta como interactúa el paciente con el juego de realidad virtual, ya que si un juego exige ciertos movimientos será un obstáculo, primeramente para la enfermera para llevar a cabo el procedimiento, y en segundo lugar, la complicación de tener que llevar a cabo estos movimientos, seguramente le provocará más dolor (Nilsson et al., 2009). En el caso del ejercicio físico, debe darse siempre bajo previa evaluación de la condición física de los niños, permitiendo establecer los niveles seguros de prescripción del Ejercicio Físico, adaptados a las posibilidades de cada sujeto (González y Escobar, 2012). Es decir, el juego es aconsejable y parece ser una terapia idónea, adecuada y efectiva para los niños, pero hay que prestar atención a los tipos de juegos utilizados y todavía más, a como se emplean y aplican éstos. En el cuadro del Anexo 2 también se puede observar  que tipo de juegos son habituales en cada etapa vital, los cuales favorecen el correcto desarrollo intelectual y social del niño. Estas etapas se deberían tener en cuenta a la hora de aplicar las terapias de juego, siempre dentro de las limitaciones físicas de los niños enfermos.
En general, muchos artículos obtienen buenos resultados y los que no obtienen diferencias entre los grupos experimentales, remarcan siempre una tendencia a tener resultados ligeramente más positivos en el grupo de intervención. Normalmente, los que obtienen resultados negativos son los que tienen la metodología o el tipo de juego menos adecuados. 
Podría ser conveniente fomentar la producción de juegos nuevos destinados a pacientes oncológicos, ya que han mostrado tener bastante buena acogida por los pacientes y el personal del hospital en los artículos aquí revisados, aunque desafortunadamente, no abundan este tipo de herramientas. Uno de éstos, destinado explícitamente a pacientes oncológicos infantiles, es el Shoptalk. Es un juego de mesa donde los niños se van desplazando al tirar los dados y en el que tienen que ir respondiendo a preguntas al caer en las “tiendas” (las casillas). El nombre de las tiendas refleja las preocupaciones de los jóvenes que viven con esta enfermedad. El terapeuta escoge las preguntas según las necesidades, tomando el rol de facilitador aunque además debe participar como co-jugador. Este juego fue distribuido a los asistentes de la American Pediatric Oncology Social Work (APOSW), a los que se le pidió que después de aplicarlo a sus pacientes rellenaran una encuesta. Hubo un feedback muy positivo, considerándolo de utilidad durante todo el tratamiento de cáncer y de gran ayuda tras el tratamiento (Wiener, Battles, Mamalian y Zadeh, 2011). Asimismo, se ha desarrollado videojuegos como intervención psicoeducacional para problemas específicos de salud. El videojuego en 3D basado en la lucha contra el cáncer, propuesto por  Kato y Beale (2006) fue aceptado por la mayoría de adolescentes a los que se les propuso probarlo, con un interés moderadamente alto, llegándoles a parecer emocionante. Las variables encontradas asociadas con la aceptabilidad de este videojuego fueron la edad, el nivel de educación y el la autopercepción de cómo se es como jugador.
En general, las muestras utilizadas en estos estudios suelen ser muy pequeñas, exceptuando un artículo, el cual es el que tiene la muestra más grande de todos los revisados, con 122 niños (Li et al., 2011). Además, en la mayoría hay rangos muy amplios de edad, desde niños bastante pequeños a adolescentes dentro de una misma muestra de reducido número, lo que hace que los resultados sean difícilmente generalizables o en muchos casos, que no se den diferencias estadísticamente significativas. Además, estos artículos son de diferentes países alrededor de todo el mundo, haciendo que nos preguntemos hasta qué punto los resultados son extrapolables a niños de otros países y culturas.  
Teniendo en cuenta que en la actualidad hay una alta tasa de supervivencia infantil en comparación a unas décadas atrás (Bragado, 2009), se tendría que aprovechar esta situación para investigar cómo mejorar la experiencia de los más pequeños, de tener que pasar por un tratamiento para luchar contra el cáncer. Se debería intentar determinar qué terapias son efectivas en cada estadio evolutivo y en que situaciones intentando establecer un protocolo de tratamiento específico que pudiera aplicarse en las plantas de oncología pediátrica de los hospitales. Estos estudios deberían tener una metodología más rigurosa, con mayor número de pacientes, los cuales no fueran seleccionados por conveniencia como en muchos de los estudios revisados, con grupos de edad más homogéneos para poder determinar que juegos son convenientes para cada edad, análisis estadísticos de los datos obtenidos y control de posibles variables extrañas, como el punto del tratamiento en el que está cada niño, el tiempo que hace que está en tratamiento o que se le diagnosticó la enfermedad, apoyo social y familiar, estado de ánimo anterior al tratamiento y conductas de juego, puesto que los niños que están preocupados y ansiosos pueden ser incapaces de jugar en ciertas ocasiones, repiten ciertas acciones cognitivas o comportamientos para hacer frente a su estrés fomentando una cierta rutina tranquilizadora y cuando están bajo estrés, necesitan concentrar toda su energía en sí mismos para hacer frente a sus ansiedades, pudiendo no tener suficiente energía para interactuar y jugar con los demás (Gariépy y Howe, 2003).
A última hora fue añadido otro artículo de revisión que había sido publicado el presente año, en el que se afirma que los tratamientos que se pueden considerar efectivos son pocos (Muglia-Wechsler, Álvarez y Hernández-Lloreda, 2014), al contrario de la conclusión que podemos extraer de la revisión que se ha realizado aquí. No obstante, si comparamos las dos revisiones podemos apreciar que difieren en las técnicas buscadas por ambos. Dicho artículo se basa en técnicas cognitivo conductuales como programas de corrección cognitiva, modelado, fomentar habilidades de afrontamiento centrado en el problema, comunicación y habilidades asertivas, entre otras, que parecen más adecuadas para personas adultas o como mínimo para adolescentes que tienen sus capacidades cognitivas más desarrolladas. El juego es el medio natural de  expresión que utiliza el niño. Es una oportunidad que se le da para que exprese sus sentimientos y problemas por medio del juego, de la misma manera que un individuo puede verbalizar sus dificultades en cierto tipo de terapia con adultos (Pineda y Santiago, 2008) en los que los niños no se encuentran cómodos, libres y seguros para expresarse. Por tanto, creo que dicho artículo no es contrario a los resultados presentados en esta revisión, sino que reafirma la necesidad de explorar la aplicación de terapias basadas en el juego en niños de todas las edades en lugar de otro tipo de terapias.
En nuestro país, ha aparecido una organización que intenta fomentar el juego en los hospitales con pacientes pediátricos oncológicos, se trata de Juegaterapia, donde desde 2010 se promovió la recolección de consolas para niños con cáncer ingresados y que han comenzado un proyecto llamado “El jardín de mi Hospi”  con el objetivo de que los niños enfermos disfruten del aire libre y jueguen como los demás y humanizar y mejorar la calidad de vida de los pequeños y sus familias en circunstancias especialmente adversas. En la actualidad han inaugurado “El jardín de la Paz” en el Hospital de la Paz de Madrid y tienen como proyecto abrir otro en el Hospital 12 de Octubre de la misma ciudad. Es un proyecto pionero en España cuyo lema es: “la quimio jugando se pasa volando…” poniendo de relieve la importancia del juego en esta fase en la población hospitalaria infantil. Esperemos que se lleve a cabo esta iniciativa en muchos otros hospitales del ámbito nacional para mejorar la estancia y la calidad de vida de los pacientes más vulnerables oncológicos: los niños. Además, estos espacios podrían ofrecernos multitud de información nueva sobre el uso del juego, tipos, forma de administración y edades adecuadas para administrar cada tipo de terapia basada en el juego.

CONCLUSIONES

v  Basándonos en la evidencia observada en los artículos revisados, podríamos determinar que los juguetes de tipo general como muñecos, títeres, etc., serían adecuados para los niños más pequeños, la realidad virtual y los videojuegos para niños a partir de 7 años en adelante y el arteterapia para todas las edades ya que abarca muchos campos desde hacer dibujos, pinturas, música, esculpir, etc.
v  No obstante, la evidencia acumulada no es todavía suficiente como para determinar qué tipos de juegos son adecuados para enfermos pediátricos oncológicos, todavía hay muchas preguntas por responder y mucho trabajo que hacer para determinar qué tipos de juegos sirven para que edades o cómo y cuándo aplicar el juego.
v  La metodología es ampliamente variada entre estudios siendo bastante pobre en alguno de ellos, los cuales podrían aportar mucha información si hubieran sido más rigurosos con los procedimientos, tanto a la hora de seleccionar los sujetos, como si se hubiera tratado los datos con un análisis estadístico.
v  La terapia psicológica basada en el juego es más adecuada y efectiva que la Terapia Cognitiva-Conductual general.
v  Deberían llevarse a cabo más estudios en esta línea, ya que hay bastante pocos, con mayor número de sujetos, con mayor homogeneidad dentro de los grupos los grupos de edad, con un procedimiento y metodología similar y en el marco de diferentes culturas, teniendo en cuenta las condiciones ambientales que envuelven al niño a la hora de hacer una intervención (variables extrañas).
v  En futuros estudios se debería dejar escoger al niño su propio distractor y tener en cuenta que el niño enfermo puede tener conductas de repetición de actividades y que cuando están más preocupados y ansiosos tienden más a jugar en solitario.

LIMITACIONES

Este trabajo fue centrado exclusivamente en terapias basadas en el juego en estudios llevados a cabo únicamente con pacientes de oncología infantil. Posiblemente, si la búsqueda hubiera sido ampliada a todo tipo de paciente infantil hospitalizado se hubieran obtenido más resultados y se podrían haber encontrado terapias generalizables a pacientes con cáncer. No obstante, el objetivo de este artículo era concretamente hacer una revisión de las publicaciones relacionadas con el juego y el cáncer infantil.
La cantidad de artículos localizados no han sido demasiado abundante, los utilizados diferían bastante entre sí, en general las muestras eran muy pequeñas y la metodología no siempre adecuada. Aunque considero que se puede concluir que la terapia de juego es beneficiosa y efectiva en población infantil oncológica, lamentablemente no se puede confirmar con convicción que terapia de juego es la más adecuada y efectiva.

AGRADECIMIENTOS

Para comenzar agradecer el tiempo, paciencia y dedicación que me ha prestado mi tutor, Tomás Blasco, para desarrollar este trabajo, ayuda sin la cual no me había sido posible llevar a cabo esta revisión.
Por otra parte quisiera agradecer y tener un recuerdo y un pensamiento para Alba Pérez, que falleció el agosto del pasado 2013 con 5 años, tras luchar desde apenas unos meses de vida contra un Sarcoma de Ewing, y en cuyo nombre existe la “Asociación Alba Pérez, lucha contra el cáncer infantil”. Ella fue en gran parte mi inspiración para escoger e indagar sobre este tema y siempre estuvo presente en mi cabeza y mi corazón mientras desarrollé este trabajo.
Por último agradecer a mi pareja Marc su apoyo incondicional, a mis amigos Iván y Cristina, por haber sido mis pilares de apoyo con este trabajo y durante toda la carrera y a mis padres que aunque ya no estén conmigo, sé que estoy donde estoy gracias a ellos.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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ANEXO

POSTER PRESENTACIÓN TRABAJO DE FINAL DE GRADO