martes, 5 de agosto de 2014

EFECTIVIDAD DE LAS TERAPIAS PSICOLÓGICAS EN TRASTORNOS SOMATOMORFOS

Los pacientes que sufren síntomas sin explicación médica que causan angustia personal o provocan alteraciones psicosociales clínicamente relevantes, son diagnosticados como trastornos somatomorfos (SFD) (García-Campayo, Arevalo, Claraco, Alda y Lopez del Hoyo, 2010). Los trastornos somatomorfos son parte de un espectro de trastornos que incluye el síndrome de fatiga crónica, fibromialgia, síndrome del colon irritable y probablemente síndrome dolor temporomandibular, dolor pélvico crónico y sensibilidad química múltiple (Luyten, Van Houdenhove, Lemma, Target y Fonagy, 2012). A pesar de la ausencia de patología orgánica, los pacientes con SFD se perciben a sí mismos como enfermos y discapacitados físicos (García-Campayo, 2010). El dolor es una de las quejas más frecuentes y clínicamente relevantes junto con síntomas funcionales, como la diarrea, mareos y fatiga (Sattel et al., 2012).
Estos síndromes son prevalentes en todos los centros médicos de todo el mundo, y cuando es grave suponen una carga importante en las personas con el síndrome, en los servicios de salud y en la sociedad en su conjunto. Aunque la psiquiatría tiene prometedoras estrategias de tratamiento a su alcance, pocas personas con estas condiciones son vistos por los especialistas en salud mental. En lugar de ello, su gestión suele compartirse entre la atención primaria y los servicios médicos de atención secundaria (Schröder et al., 2012),
Este trastorno está asociado a una alta comorbilidad con trastornos emocionales como depresión, ansiedad (Luyten et al., 2012) o trastorno por estrés postraumático (TEPT). Individuos con ambos trastornos (TEPT y Trastorno Somatomorfo) tienden a mostrar las cogniciones distorsionadas acerca de sus síntomas y no son conscientes del papel de sus pensamientos en el mantenimiento de sus trastornos. Estos individuos evalúan negativamente las emociones y las acciones asociadas a los eventos traumáticos, así como los síntomas físicos que experimentan (Pérez Benítez, Zlotnick, Gomez, Rendón y Swanson, 2013).
Estos pacientes tienden a catastrofizar, exteriorizar, adherirse rígidamente a atribuciones, tienden a la evitación emocional, al distanciamiento y a la crítica implacable de los que les ofrecen ayuda, lo que lleva a los médicos a experimentar sentimientos de rabia y enfado (Luyten et al., 2012).  Además, suelen ser  infradiagnosticados  por  la  tendencia  de  la  práctica  clínica  en  salud  mental  a  dar preferencia  a  los  diagnósticos  afectivos  o  de  ansiedad,  cuando  se  describen  síntomas somáticos en el contexto de un estado emocional (Sánchez-García, 2013).

 MÉTODO

Se hizo una búsqueda de los artículos más recientes, entre los años 2009 y 2013, en Trobador+ con los términos  "Somatoform Disorders", "Somatization Disorder" y “Functional Somatic Disorders” de los que se obtuvo un total de 12 artículos de los cuales se excluyó 1, por ser específico sobre infancia, ya que este trabajo pretende dar una visión más general del trastorno.

RESULTADOS

El trastorno somatomorfo se ha contemplado desde diferentes enfoques para intentar explicar la aparición de los síntomas así como su mantenimiento y proponer diferentes tipos de terapias basadas en estas perspectivas. Seguidamente paso a exponer los diferentes modelos encontrados.

Enfoque Psicodinámico

En el pasado, se creía a menudo que el tratamiento psicoanalítico estaba contraindicado en pacientes con Trastorno Somático Disfuncional (TSD), debido principalmente a los niveles de alexitimia (incapacidad del sujeto para identificar las emociones propias y expresarlas verbalmente) de estos pacientes. Existe una conciencia creciente de que muchos pacientes con (TSD) sienten incomprendidos y estigmatizados. Además hay una creciente creencia del papel de las adversidades tempranas relacionadas con el apego, además de un renovado interés en el rol de factores interpersonales. Así que el modelo Psicodinámico sugiere que el tratamiento debe centrarse en restaurar la capacidad para regular el estrés, centrándose en estrategias de apego típicas en respuesta al estrés y en la recuperación de la capacidad de mentalización (Luyten et al., 2012).
Este enfoque propone tres características de personalidad asociadas con procesos de  somatización y que pueden ser modificadas.
1.       Locus de control de salud. Creencia individual que los eventos que suceden en su vida principalmente son controlados por sus acciones (locus interno) o por fuerzas externas (locus externo). Locus interno es un factor protector de angustia psicológica.
2.       Hipocondría, una de las variables que correlacionan más fuerte con mejora en pacientes con somatización.
3.       Interpretación de los síntomas. Las atribuciones están relacionados con las estrategias de afrontamiento, el cuidado parental en la infancia y la presentación de los síntomas, uno de los principales factores para desarrollar desordenes de somatomorfos (García-Campayo et al., 2010).
La Psicoterapia breve interpersonal psicodinámica es una variante de la terapia psicodinámica con especial énfasis en los procesos interpersonales, no limitada a un síndrome somático funcional específico. Es similar a las variantes modernas, como la terapia basada en la mentalización, la cual supone que las desregulaciones basadas en el desarrollo de  la auto-experiencia y relaciones son la base principal para los síntomas, en lugar de los conflictos inconscientes.
En este tipo de terapia, en lugar de decirles a los pacientes que sus síntomas no tienen ninguna causa física, los terapeutas discuten un modelo explicativo de desarrollo y mantenimiento de sus síntomas. Este modelo incluye consejos sobre el manejo de síntomas, tratamiento farmacológico específico o tratamientos psicoterapéuticos de los síntomas o el dolor psicológico bien definidos, por ejemplo, evitando las intervenciones diagnósticas y/o terapéuticas somáticas innecesarias (Sattel et al., 2012).

Modelos Cognitivo Conductual

Desde el modelo Cognitivo conductual se considera que las somatizaciones son la asunción de la percepción de las sensaciones corporales que se interpretan de una manera catastrófica, lo que aumenta la excitación y la probabilidad de las sensaciones corporales intensas que son, de nuevo, mal interpretadas como dañinas o malignas. La percepción de los síntomas en sí domina el cuadro clínico. La hipocondría, que se caracteriza por la asignación de atención a los síntomas, sólo en el primer paso; un segundo paso implica la rumiación y la preocupación de enfermedades relacionadas que versa principalmente sobre las reflexiones sobre las consecuencias catastróficas de los síntomas o sensaciones corporales respectivas.
Según este enfoque existen factores de riesgo, predisponentes y de mantenimiento de estos síntomas.
Factor de riesgo: el rasgo de la personalidad de la absorción (es decir, la sugestión y la tendencia a quedar profundamente inmerso en experiencias sensoriales y emocionales) que se relaciona con el factor de la apertura en el modelo de cinco factores de la personalidad.
Factores predisponentes
o   Los efectos negativos de las experiencias traumáticas tempranas sobre los síntomas sin explicación médica son muy probablemente mediada a través de alteraciones en el sistema neuroendocrino.
o   Comportamientos de los padres sobreprotectores, así como los comportamientos de los padres por enfermedad, pueden constituir modelos de conducta que se aprenden de niños.
o   Rasgos de personalidad, como el neuroticismo
Mantenimiento de los síntomas sin explicación médica:
o   Factores cognitivos, por ejemplo, la atención y los procesos de atribución.
o   Procesos fisiológicos, como alteraciones en hipotálamo-pituitario-adrenal-actividad del eje; excitación fisiológica sostenida.
o   Procesos de comportamiento: evitación de la actividad física, control de signos de enfermedad, búsqueda de ayuda y el comportamiento de la salud-cuidado que utiliza.
o   Variables de los factores sociales tales como las políticas de discapacidad y el proceso de compensación.
Según García-Campayo et al. (2012) la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) es el tratamiento mejor establecido para los trastornos somatomorfos para reducir los síntomas físicos, la angustia psicológica y la discapacidad. El objetivo del programa sería proveer mejor entendimiento del origen de los síntomas físicos y manejar la enfermedad. Además, La eficacia de los tratamientos cognitivo-conductuales para el tratamiento de FSD se ha demostrado en ensayos controlados.
La intervención se ha de adaptar a cada paciente, tomando en consideración sus propios objetivos de la terapia, las necesidades de tratamiento, la gravedad de los síntomas, los factores de estrés ambiental específico, y las creencias individuales y culturales sobre el trauma y los síntomas. Algunas de las técnicas utilizadas en los estudios aquí revisados son las siguientes:
v  Reestructuración cognitiva: registros de pensamiento, la técnica de flecha descendiente, y los experimentos de comportamiento para enderezar creencias disfuncionales sobre los síntomas.
o   Si la conducta de evitación con respecto a las actividades sociales y los contactos ha surgido con el fin de evitar sentimientos de vergüenza y para evitar la negación, es esencial para restablecer las actividades sociales. Esto podría lograrse en combinación con los experimentos de conductuales desde la TCC para la fobia social que apuntan a prueba y desafiantes hipótesis relativa a la apariencia de uno y las posibles reacciones negativas de los demás y para proporcionar al paciente una valiosa retroalimentación (Witthöft y Hiller, 2010).
v  Entrenamiento en relajación para reducir la activación fisiológica y la hipersensibilidad a las sensaciones corporales que son comunes en los pacientes con quejas somáticas. Con el fin de reducir la activación emocional como fuente frecuente de síntomas sin explicación médica o angustia elevada asociados con síntomas, estrategias de relajación (como por ejemplo la relajación muscular progresiva o el entrenamiento autógeno) son técnicas útiles y eficaces para la mayoría de los pacientes. La relajación muscular progresiva, se suele preferir al entrenamiento autógeno, porque la relajación muscular progresiva ofrece instrucciones más precisas y deja menos espacio para cavilaciones.
ü  Estas dos técnicas anteriores han demostrado su eficacia en pacientes con trastorno dismórfico corporal
v  Regulación de la actividad (planificación la actividad y el ritmo) sobre todo porque a tendencia de estos participantes a retirarse de las actividades porque creen que causará lesiones o exacerbará los síntomas físicos actuales. Reducir las conductas de evitación en los participantes con trastorno de estrés postraumático debido a su miedo a la interacción con los demás. También se apunta directamente a su vida social restringida. Incluye evaluación de las actividades diarias y la programación de actividades placenteras.
v  Habilidades de comunicación. Dificultades específicas reconociendo y expresando sentimientos y necesidades de manera efectiva (Pérez-Benítez et al., 2013).
v  Psicoeducación sobre síndromes somáticos funcionales (Schröeder et al., 2012). La psicoeducación  sobre  un  problema de salud es  un  primer proceso terapéutico importante. En estos pacientes, esta importancia es reforzada por los resultados de los estudios que indican cómo las propias creencias y expectativas están fuertemente asociadas a las emociones e influyen en los resultados de los tratamientos (Sánchez-García, 2013).
v  Resolución de problemas así como Refuerzos de comportamiento y el manejo del estrés, pueden ser tratamientos efectivos para los pacientes con trastorno de conversión.
v  Cambiar atribuciones, el mayor desafío en el tratamiento de pacientes con intolerancia ambiental idiopática es cambiar su atribución ambiental de los síntomas corporales, estas atribuciones a menudo se asemejan a las ideas sobrevaloradas. Tratamiento de síndromes somáticos funcionales
v  Con el fin de reducir la atención centrada en los síntomas, es esencial formar a los pacientes a dejar las exploraciones del cuerpo excesivas y dirigir la atención a la información ambiental. Para lograr este objetivo, a menudo es necesario motivar al paciente para descubrir activamente ajustes más estimulantes (por ejemplo, sociales) y simultáneamente para aumentar gradualmente la actividad física, restablecimiento de un nivel de actividad física normal, además de las intervenciones cognitivas que aborden las actitudes disfuncionales en relación con el cuerpo, la salud, y los síntomas físicos son los principales objetivos en la terapia (Withöft y Hiller, 2010).
v  Mindfulness es una técnica que se está comenzando a utilizar desde hace poco para tratar los trastornos somatomorfos. Se basa en conceptos de entrenamiento mental que proponen que la conciencia no crítica de la experiencia del momento (es decir, la atención plena). Se está valorando su utilidad para las somatizaciones ya que puede afectar positivamente la precisión de la percepción, la aceptación de cambios difíciles relacionados con la salud, el sentido realista del control y valoración de experiencias disponibles de la vida. Se prestó asesoramiento sobre los cambios generales de estilo de vida (ejercicio, la nutrición, la meditación, la red, etc.) (Fjorback et al., 2013).

Modelo Psicobiológico

Este modelo apoya la posición de que la mayoría de los síntomas somáticos no son fisiológicamente infundados. Los síntomas en personas con SFD están presumiblemente asociados con
§  Una mayor activación autonómica
§  Cambios en el sistema neuroendocrino (es decir, alteraciones en el funcionamiento del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal que conducen a hipocortisolismo), la activación disfuncional del sistema inmunológico, y las anomalías en relación con ciertos ácidos monoamino y neurotransmisores.
Aunque el papel de los factores biológicos en SFD sigue siendo incierta y la evidencia empírica en este campo es todavía débil, parece plausible que las alteraciones biológicas se asocian con ciertos aspectos de la conducta de enfermedad y que los cambios bioquímicos en el proceso de neurotransmisión pueden contribuir a alteraciones en el umbral del dolor y de los síntomas en la percepción.
Los síntomas somatomorfos son la consecuencia de dos fenómenos principales:
§  Un aumento en las señales del cuerpo debido a numerosos factores (principalmente biológicos) como consecuencia de la angustia frecuente o la falta de condición física.
§  Un eje hipotálamo-pituitario-adrenal estimulados crónicamente.
En la investigación del dolor, se supone un sistema de filtro deficiente para amplificar las señales corporales en lugar de para inhibir o seleccionarlos como lo haría en personas sanas con eficacia.
La terapia de biorretroalimentación es una poderosa intervención para aumentar la aceptación de un modelo biopsicosocial de explicación. Una vez dicho modelo psicobiológico o biopsicosocial se ha desarrollado al menos en parte explica los síntomas más preocupantes para el paciente, se pueden aplicar las intervenciones destinadas a reducir la angustia que resulta de estos síntomas (Witthöft y Hiller, 2010).
De  forma  paralela,  la  investigación  neurofisiológica  destaca  la  actividad  de  las áreas prefrontales, la amígdala y la corteza del cíngulo en los sujetos con somatizaciones, sugiriendo  un  déficit  en  los  procesos  de  regulación  emocional  que  modula  el  Sistema Nervioso Central. Los estudios de neuroimagen muestran que se produce un  mejor procesamiento cognitivo y una regulación emocional más efectiva cuando se desarrollan procesos cognitivos como la distracción y la reevaluación, señalando que estos procesos favorecen la relación de la corteza prefrontal y el sistema límbico (Sánchez-García, 2013).

DISCUSIÓN

La terapia basada en el modelo psicodinámico puede ser eficaz para un número considerable de pacientes con Síndrome funcional dismórfico, claramente los efectos del tratamiento pueden ser más limitados en pacientes con vulnerabilidad significativa biológica y/o ambiental y comorbilidad psiquiátrica (Luyten et al., 2012).
El estudio llevado a cabo por Sattel et al. (2012) sugiere que las mejoras clínicamente significativas se pueden lograr utilizando una intervención a corto plazo que consiste en 12 sesiones de Psicoterapia Interpersonal Psicodinámica (PIP) en los pacientes que experimentan síntomas corporales crónicos e invalidantes que no tienen ningún tratamiento reconocido. PIP proporciona una mayor mejoría en la calidad física de la vida en el seguimiento de las personas con múltiples síntomas sin explicación médica crónicas e invalidantes y una alta tasa de depresión concomitante y la ansiedad
El análisis de la psicoterapia psicodinámica para los trastornos de síntomas somáticos demostró efectos medios y elevados a corto plazo y a largo plazo sobre la depresión, la ansiedad y los síntomas somáticos.
TCC es el tratamiento mejor establecido y el más utilizado para los trastornos somatomorfos para reducir los síntomas físicos, la angustia psicológica y la discapacidad. La eficacia de los tratamientos cognitivo-conductuales para el tratamiento de FSD se ha demostrado en ensayos controlados. Además, la intervención inicialmente diseñada para prevenir desordenes somatoformes a largo plazo parece ser útil solo para disminuir algunos síntomas psiquiátricos como la ansiedad y la depresión (García-Campayo et al., 2010).
En el estudio pionero de Pérez-Benítez et al. (2013) donde se aplicaba conjuntamente tratamiento para los síntomas somáticos junto con un Trastorno por Estrés Postraumático se pudo observar que la aceptación inicial mostraba altos índices de satisfacción y que el tratamiento tiene el potencial de ser de utilidad para aquellos que experimentan estos trastornos según lo indicado por los resultados favorables. No obstante, no se sabe si los beneficios después del tratamiento continuarán en el tiempo.
Tamaños de efecto entre grandes y moderados apoyan la hipótesis de que los médicos de atención primaria pueden tratar con eficacia la somatización (Smith et al., 2009). Se encontraron efectos moderados para mejorar el funcionamiento mental acompañado de la mejora de la somatización y el dolor en el contexto de los altos niveles de satisfacción con la relación médico-paciente
El efecto del Mindfulness basado en la reducción del estrés (MBSR) ha sido explorado sobre la fibromialgia en tres estudios, y ninguno de ellos mostró resultados convincentes, pero dio algunas indicaciones en cuanto a la mejora.
Fjorbak et al. (2013) realizaron una evaluación económica de MBCT para los pacientes con un trastorno de somatización. El estudio mostró una disminución más fuerte en los costos del hospital después de MBCT. Los costos de atención de salud mental fueron significativamente mayores en la condición MBCT, esto se debió a los costes adicionales generados por la intervención. Esto se corresponde parcialmente con los resultados obtenidos por van Ravesteijn, Lucassen, Bor, van Weel y Speckens (2013). Se encontró una diferencia en la distribución del uso de la atención de salud entre los pacientes que asistieron a MBCT y los que no lo hicieron. Hubo una tendencia para los pacientes en la condición MBCT de tener menores costes de atención hospitalaria y mayores costos para el cuidado de la salud mental en comparación con los pacientes del grupo de control. Se puede especular que los pacientes somatizadores que asisten a MBCT se convierten en pacientes más dispuestos a buscar ayuda para sus problemas psicológicos. Puede ser que hayan llegado a un entendimiento más profundo de la naturaleza de sus problemas, o al menos un punto de vista diferente sobre la que los servicios de salud podrían ser de utilidad para ellos.
Teniendo en cuenta la mejoría más rápida después de mindfulness, la terapia de mindfulness puede ser una intervención potencialmente útil en pacientes. Se obtuvieron cambios clínicamente importantes que parecen ser comparables a un enfoque de tratamiento TCC. Se necesitan más investigaciones para replicar o incluso ampliar estos resultados (Fjorbak et al., 2013).
Los resultados y la frecuencia de las consultas de los pacientes con estos síntomas son similares a los de los pacientes con síntomas explicados médicamente en centros de atención primaria. Pacientes con síntomas somáticos funcionales y asistencia persistentemente frecuente son difíciles de hacerlos participar en la práctica clínica o ensayos de tratamiento psicológico a pesar de su inclinación por el alto uso de la atención sanitaria. Pacientes con síntomas somáticos funcionales que consultan de forma normal y tienen puntos de vista menos negativos sobre la salud mental, a menudo se inscriben en los ensayos de tratamiento psicológico y los resultados pueden no ser generalizables a los pacientes que son más difíciles de participar (Morris, 2012).
Se conoce que algunos pacientes con dificultades en el reconocimiento y regulación de las emociones presentan déficits en la comprensión verbal, en la habilidad verbal y en los subtests verbales de las escalas de inteligencia.  Puede  especularse,  por  tanto,  que la  falta  de  mejoría  en  las  terapias  psicológicas  pueda  relacionarse  también  con  estas dificultades  verbales. A  falta  de  resultados  que  confirmen  esta  hipótesis. En  este  sentido  pueden  sugerirse  técnicas  tales  como  la  exposición, la EMDR, hipnosis, meditación, inoculación, desensibilización, la musicoterapia o la arteterapia podrían ser también alternativas de tratamiento, pero los resultados no parecen haber sido todo lo favorables que se esperaba (Sánchez-García, 2013).

CONCLUSIONES

Además de mejorar las terapias psicológicas, debería mejorarse el diagnóstico, la mentalización del trastorno por parte de los pacientes e intentar aumentar la adherencia terapéutica a través de la psicoeducación. Es esencial hacerle entender a estos pacientes que es necesaria la visita a un profesional, ya sea un psicólogo o un psiquiatra, haciéndole entender que es lo mejor es llevar a cabo una terapia con un especialista para reducir los síntomas de las somatizaciones. No obstante, en la actualidad quizás resulta más fácil aceptar que el paciente con trastorno somatomorfo no quiera una atención especializada y se prefiere  tratar en la consulta del médico de atención primaria por la falta de recursos y de profesionales que se encuentra en la sanidad pública hoy en día.
La terapia de Mindfulness parece prometedora al enseñar a estos pacientes a ser conscientes de su propio cuerpo pero no se ha estudiado mucho el tema y los que hay  se centran más en reducir el coste que suponen estos pacientes que no buscar estrategias para mejorar su calidad de vida.
En definitiva, parece que las terapias psicológicas aquí planteadas son realmentes útiles para combatir las somatizaciones, no obstante se han de aplicar siempre personalizándolas a cada paciente, ofreciendo información detallada sobre el trastorno al paciente y trabajando la adherencia al tratamiento para comenzar.



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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